La humedad y el efecto mascarilla presagiaban lo que iba a ocurrir en un acto de agradecimiento e iluminación, bajo los balcones de Aframas: una Asociación que gestiona una residencia de personas adultas con discapacidad intelectual en la calle Alonso de Ojeda, número 7 de la ciudad de Cuenca.
Los escenarios, por culpa del Coronavirus, eran dos: los balcones de la propia fachada adornados con motivos navideños desde los que Francisco Ayala, Juan Francisco Cano, Francisco López, José Ramón Martínez, Alberto Pérez, José Garrido y Jesús Torrijos, residentes en Aframas, daban bienvenidas personalizadas a través de una megafonía, en momentos concretos porque, cada encendido, cada agradecimiento a personas e instituciones que de una u otra forma habían ayudado a la Asociación en los momentos duros de la pandemia, había sido programado en tiempo y forma respetando, así, las normas anti contagio.
El otro escenario, más pequeño, era una mesa colocada al otro lado de la calle, en la acera, en la que se esparcían luminarias, de esas de pila, y los obsequios a entregar, por tiempos, según lo establecido mientras los vehículos pasaban por ahí como si fuesen a apagar algún fuego.
La primera en llegar a la cita fue Elena Carrasco, vicepresidenta segunda de la Diputación Provincial. Venía, dijo, “a certificar el gran esfuerzo que hacen desde Aframas durante todo el año porque tengo amigos aquí, y me consta de que es así. Lo que hacemos desde la Diputación Provincial es ayudar, siempre que nos sea posible. En este caso nos lo pidieron y lo hicimos con gratitud porque es eso lo que sentimos por estas personas que viven aquí”, dijo mientras recogía una placa en la que se leía “Gracias por cuidarnos, por darnos luz en los momentos difíciles. De la Asociación Aframas a la Diputación Provincial de Cuenca”. Un texto que se repetía con destinatario diferente. “La luz la veremos. El eslogan es que, cuando nos unimos y trabajamos juntos, salimos mejor, más reforzados”.
Allí, al otro lado de la calle, junto a la mesa en la acera, agradeciendo las palabras de los presentadores, Gerardo Rubio, presidente de las Asociación de Vecinos del Casco Antiguo agradecía el trabajo que hacían aquí, en Aframas. “Es que es fantástico. A ver si el año que viene podemos hacer más proyectos juntos, más cosas porque estamos encantados de colaborar, de hacer talleres. Echo de menos que estas cosas no sean más rutinarias” manifestaba, al tiempo que agradecía a los residentes los buenos deseos de paz y felicidad. “La luz, no sé. Está difícil tal como van las cosas. Estamos ahí peleando pero es complicado. No tenemos centro social y, eso complica las cosas. Necesitamos un centro social para dar más vida al barrio” decía mientras devolvía aplausos a los balcones.
Carmen Torres, médico del barrio Alfono VIII, estaba junto a Gerardo. “Son pacientes míos, de cupo, y les agradezco que hayan han tenido este detalle conmigo”, dice Carmen. Una persona que, para los residentes, viene a ser como un ángel caído del cielo. “De eso nada. Siempre que he hecho falta he estado aquí. Todos hemos colaborado, todos” me dice mientras aclara que, aunque está de vacaciones, el barrio va bien. Lo dice junto a Isaac Gómez, de UCAPI, Unidad de Continuidad Asistencial de Atención Primaria y Medicina Interna, del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca, que tiene como objetivo ofrecer una atención integral a los pacientes crónicos y pluripatológicos del Área de Salud evitando ingresos hospitalarios, complicaciones y visitas innecesarias a los servicios de Urgencias. “Sí, se trata de una unidad que, con la Covid, se ha convertido en una sección socio sanitaria de apoyo a residencias y, sobre todo, con rastreos y la vacunación que, como se sabe, llegará pronto aunque no sea el final del problema. Es el principio del final, es el punto de partida para terminar” decía junto a Mari Luz Fernández, delegada de la Consejería de Sanidad que también había acudido a la cita, a esta demostración de cariño y gratitud preparada desde Aframas en una, noche ya, en la que la farola del alumbrado público, bajo el balcón central, impedía con su luz apreciar la iluminación de los balcones y que, las cámaras fotográficas hicieran técnicamente bien lo que tenían que hacer.
“Estoy aquí, como siempre, cuando alguien me llama, me necesita como persona y como delegada de la Consejería de Sanidad. La unión hace la fuerza, es cierto. Hemos caminado juntos todo este año y, eso, es lo importante. Ir de la mano. Poner medidas, medios y superar las situaciones como se han superado aquí, en Aframas. Es increíble el comportamiento que han tenido las personas que residen aquí, increíble y envidiable. Ha sido una sorpresa y un ejemplo para todos”.
Amelia López, delegada en Cuenca de la Consejería de Bienestar Social, estaba acompañada por Estrella Cubas, jefa de servicio de Discapacidad Cuenca. “Hay luz, sí, encendido pero también agradecimientos de unos a otros. Entre todos tenemos que luchar, trabajar con las personas mayores como las que tenemos aquí, contra este virus . Personas fuertes que siguen confinados en estos momentos y, aun así, míralos, mantienen la fuerza y la ilusión como si nada. Me encantan estos actos tan sencillos e imaginativos. Qué cosa tan bonita y qué bien lo están haciendo desde ahí arriba, leyendo la nota de bienvenida y encendiendo las luces en los balcones” decía Amelia dibujando una enorme sonrisa tras la mascarilla de rigor.
Nada más retirar la mesa, por seguridad, llegó Rodrigo Molina Castillejo, delegado en Cuenca de la Consejería de Desarrollo Sostenible. Lo hacía en nombre de Geacam que dejó un reguero de agradecimientos mientras duró lo más crudo del Coronavirus. “Nos tocó hacer esta labor de desinfección en esos tiempos en los que, el peligro, era real y, el que nos den las gracias ahora, pues es de agradecer en nombre de todo el colectivo, del personal de Geacam al que represento en este momento. Agradecemos muchísimo esta atención por parte de Aframas” manifestaba Rodrigo Molina añadiendo que no solo Geacam se encarga de apagar incendios sino que, en casos como el que nos ocupa, también hace frente a las pandemias desde cualquier frente.
El Club Atletismo Cuenca llevó a cabo un pequeño milagro cuando, Aframas, necesitaba con urgencia atender las necesidades que el Coronavirus se había llevado por delante. Lo recuerda Rodrigo Albaladejo, presidente del Club, porque nunca, antes, se había recaudado tanto dinero: “Es cierto. El objetivo era lograr unos 20.000 euros y logramos pasar de los 30.000. Fue una manera de llamar la atención de todos en esos momentos tan difíciles. Y fácil porque, Cristina Muñoz, a través del antiguo presidente, Javier Polo, se puso en contacto con nosotros e hicimos la carrera solidaria en la que más dinero se ha sacado. Encima era virtual. La gente se movilizó y tuvimos grandes resultados”, dice Rodrigo al tiempo que recibe, además de una placa, una caja con llaveros destinados a los que hicieron la carrera, de forma virtual, en señal de agradecimiento por su colaboración.
A las 19:15, saludaban desde el balcón la llegada del alcalde, Dario Dolz, y la de la concejala de Servicios Sociales, Esther Barrios, que escucharon con gran atención los mensajes de tres de los residentes. “Es muy emocionante escuchar a todos los chicos. Sobre todo cuando nos dan las gracias cuando, nosotros, somos los que tenemos que dárselas a ellos porque han sido un ejemplo de entereza, de orden, ejemplo cuando han tenido que seguir las pautas marcadas. Es verdad que ahora tienen cercenadas las salidas y las visitas pero queda poco. Nuestro agradecimiento a ellos y recogemos esta placa con todo el cariño del mundo. Placa que ocupará un espacio destacado en las vitrinas de reconocimientos que tiene la alcaldía de la ciudad” manifestó el alcalde, Darío Dolz, dando las gracias, a gritos, desde la acera, a aquéllos residentes que seguían en los balcones y que, confinados, hacían que el acto, sencillo, inundara de luz y de espíritu navideño.
Audios. Alberto Pérez
Francisco López
José Garrido
Juan Francisco Cano