Huete bien puede considerarse la Ciudad del Patrimonio, donde la fórmula cultura, naturaleza y tradición se conjugan para crear el espacio urbano más monumentalizado tras la capital conquense. Su historia y topografía nos trasladan a la época de la Reconquista medieval, con un castillo que domina la ciudad tanto en paisaje como en concepto, a los pies del cual se distribuye un entramado urbano heredero de las distintas culturas y épocas de las que Huete ha sido testigo directo resguardada por una muralla que le abrigaba del peligro.
Sus calles se pueblan de iglesias como las de San Pedro y Santo Domingo, y Monasterios como los de la Merced o la Orden de los Jesuitas. La importante historia de este municipio empujó a que la presencia de la vida religiosa fuera más intensa que en la propia capital conquense, con la construcción de 8 monasterios y 10 parroquias que otorgaron a Huete una época de esplendor urbanístico y social durante más de doscientos años. De todos sus monumentos destaca con especial significado al Ábside de Santa María de Atienza, uno de los mejores ejemplos del Gótico Pleno (s. XIII) en la provincia de Cuenca y que guarda en su corazón el alma viva de las leyendas medievales de caballería, con un Cirio encendido que aguardó la llegada de las tropas cristianas durante más de 400 años.
La cultura forma también parte de la vida de Huete. En la actualidad, a su enorme patrimonio, hay que sumar un buen número de museos que ofertan un amplio abanico de posibilidades al viajero: Museo de Arte Sacro, Museo Etnográfico, Museo de Arte Contemporáneo “Florencio de la Fuente” y el Museo de Fotografía de la Fundación “Antonio Pérez”, sin olvidar, claro está, que la naturaleza es generosa con esta tierra que nos ofrece rutas tan espectaculares como la de la Vega del Borbotón,
Huete es pasión, y los optenses hacen de esa pasión tradición. Aquí se celebran unas de las mejores fiestas de todo el territorio y que ahonda sus raíces en la religiosidad y veneración más cercana al pulso del pueblo, las fiestas de San Juan Evangelista y Santa Quiteria, correspondientes respectivamente a los barrios de Atienza y San Gil. Dos barrios, dos fiestas, un mes (Mayo) y un mismo sentimiento que impregna la sangre de juanistas y quiterios en unas de las fiestas más concurridas y con más tradición de toda la provincia. Sus procesiones, danzas, galopeos y bandas de música empapan la ciudad de ese aire festivo y que hacen de estas celebraciones Fiestas de Interés Turístico Regional.
Si bien Huete destaca por sí sola, su entorno natural le crea un paréntesis incluso literario, la Alcarria, que llena con sus cerros testigo, sus cárcavas y su paisaje irregular todo el entorno optense. Un paraje natural que allende los tiempos sirvió de base para la economía de la zona, destacando la importancia del lapis specularis, el Cristal de Hispania, un mineral de yeso que el Imperio Romano explotó durante más de dos siglos y que tiene en Huete unos de sus mejores centros mineros visitables al público.
Fiestas de San Juan y Santa Quiteria
Las fiestas de San Juan y Santa Quiteria, caracterizan de un modo inequívoco a Huete durante el mes de Mayo. En él, se celebran las festividades en honor a los santos patronos de los dos barrios en que se divide la ciudad: San Juan Evangelista, el día 6, en el de Atienza y Santa Quiteria, el 22, en el de San Gil. Fiestas de honda y antigua raigambre en la población y de las que se tiene constancia, al menos desde el siglo XVII, aunque ya hay referencia a los Cabildos de San Juan y Santa Quiteria en los siglos XVI y XIV respectivamente.
Sus celebraciones, de un eminente carácter lúdico, vienen marcadas por las danzas y loas populares que ambos barrios ejecutan acompańadas de la dulzaina y el tamboril y, sobre todo, por sus galopeos amenizados, al menos desde principios del siglo XX, por bandas militares.
Cada uno de los cuatro días que duran presenta sus peculiaridades que le hace distinto a los demás, así, la Víspera, es el día en el que llega la Música y comienza la fiesta. El segundo, es el día grande en el que se celebra San Juan o Santa Quiteria con función religiosa solemne de misa en sus respectivas iglesias, San Nicolás el Real de Median (San Juan) y la de San Gil (Santa Quiteria), y procesión por las calles de sus barrios entre vivas, aclamaciones, cohetes y música bajo los balcones engalanados. San Juanillo o Santa Quiterilla es el nombre que recibe el tercero, caracterizado por el sonido de la dulzaina y el tamboril que acompańan a los cuadros de ambos santos en peculiar danza por su calles y por las danzas y loas populares de cada barrio: Diablos, Patbises, Escribanos, Tunos, Monagos, Pescadores y virtudes en San Juan y Moros, volantes, Valencianos, Pastores, Lusitanos, Saludadores, Gitanilla y Nueve Hermanas en Santa Quiteria. Y por encima de todo, el galopeo, los galopeos que inundan las calles de la ciudad arriba y abajo durante todos los días en un continuo baile en firmes composiciones.