Vídeo. 1984. Guerra Campos en la bendición de las Palmas
La Borriquilla, obra realizada por Luis Marco Pérez en el año 1949, llega a la curva de la Audiencia, enfila la calle San Juan y, ya, la de Andrés de Cabrera en donde tendrá lugar la bendición de las palmas con la presencia del obispo don José Guerra Campos y el cabildo catedralicio.
Guerra Campos fue nombrado obispo de Cuenca el 13 de abril de 1973, inspirador de la revista religiosa Iglesia-Mundo y de la Hermandad Sacerdotal Española que agrupaba a más de 6.000 Sacerdotes que no aceptaron las reformas en distintos ámbitos de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II.
De él, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón dijo en público que “El señor obispo de Cuenca es un intelectual puro y muchas veces vive en un plano eminentemente teórico, desgarzado de la realidad. Como suele ocurrirles a los intelectuales, vive un tanto a la espalda del mundo. ¡El pobre don José Guerra Campos, con toda su inteligencia, parece que a veces no tiene ninguna! Yo pienso que está un poco amargado por los fracasos, porque no siempre le han salido sus cosas, desde que es obispo, como hubiera querido. Además, tiene menos culpa de lo que parece. Le empujan esas gentes que le llaman el obispo de España y esas cosas”. Unas declaraciones que abrieron una brecha en el episcopado español de la transición con posiciones en contra, o a favor, como la del primado de España, don Marcelo González: “Como metropolitano provincia eclesiástica a la que pertenece Cuenca, lamento profundamente afirmaciones vertidas a V.E., a la vez que reitero admiración por espléndida labor pastoral diocesana, profundo magisterio doctrinal, espíritu de servicio, trabajo continuo en bien de la Iglesia española”.
Guerra Campos fallecería el 15 de julio del año 1997 a los 76 años, en la residencia del colegio del Corazón de María en Sentmenat (Barcelona), donde pasaba una temporada de descanso tratando de curar sus achaques. Había sido intervenido, le pusieron un marcapasos en Pamplona y tuvo una infección en el hígado a causa de su poco riego sanguíneo. El capellán de la residencia, contó que, al ver que no bajaba a misa, fueron a visitarle y le encontraron sin vida en su lecho.
El cuerpo sin vida del obispo, traído a Cuenca el 16 de julio de ese año, fue expuesto ante los fieles y largas colas de conquenses acudieron a darle el último adiós antes de ser enterrado junto a la tumba de don Inocencio.
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