Antonio Moreno, que durante quince años ha representado el papel de Jesús, fue el entusiasta que durante mucho tiempo maduró el proyecto y lo expuso al párroco, don José María Alfaro, a finales de los años 80. Sería diez años más tarde, en 1990, cuando nuevamente lo presentaría ante la Junta de Hermandades taranconera que lo acogió con entusiasmo siendo el nuevo Párroco, don Venancio Cañego, el que se ofreciera a redactar el guión mientras el Ayuntamiento pondría los operarios precisos y el presupuesto para que la idea pudiera salir adelante en el Sábado Santo de 1991. El apoyo incondicional de muchas personas anónimas puso el resto, destacando el papel jugado por don Ángel Muñoz, director de la escenificación, y por don Julián García Navarro, gran propagandista de la misma.
Rebobinamos la memoria y nos trasladamos al año 1.999. Con éste, van a ser nueve los años en los que en Tarancón se viene representando «La Pasión». El sábado de Gloria, las calles de la localidad conquense se vestirán de historia y penitencia. Volverá a ser contada, escenificada, la tragedia esperanzadora de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret.
El Rincón de Enrique Buendía
Atardecía en Tarancón. Antonio Moreno Catalán llegaba a las puertas del Pabellón de Ferias de la localidad. Dentro del mismo sonaban ritmos en clave de aerobic para un grupo de vecinos. Era también día de ensayo, un día más, para ir acabando de perfilar detalles de una representación dramática, referida a los últimos días del Señor de los Creyentes en la tierra prometida, los siete días de Cristo.
La Cuaresma perfilaba, entre lluvias y nieve, la inquietud de un grupo de taranconeros por enseñar a paisanos y visitantes sus sentimientos y su manera de dar a conocer la muerte injusta del Nazareno, con nombre Jesús. Un profeta, el Mesías, un iluminado, un hombre de bien, un rebelde, un justo…
– «Se me ocurrió, viendo la representación de ‘La Pasión’ en el pueblo madrileño de Chinchón, contaba Antonio, dios, como le dicen en el pueblo, o ‘Minuto’ como les agrada decir a los que le conocen, que aquel hermoso drama, también podíamos escenificarlo en Tarancón. El escenario existía en nuestra ciudad y yo lo iba rememorando conforme las sucesivas escenas se iban produciendo, paso a paso».
Dicho y hecho, quedaba eso sí, el apoyo institucional del Ayuntamiento local, de los miembros dirigentes de la Iglesia, Junta de Hermandades de la Semana Santa de la localidad, del grupo Llave al que él pertenecía, de su gente en general, familia y amigos.
Todo ello lo tuvo:
– «El primer año fue excepcional, porque el armazón de los actores principales, representativos, lo fui determinando en función de los compañeros del grupo de teatro, según las características de los personajes a realizar; la gente de la calle se prestó a colaborar ante mi solicitud:
-Oye Evaristo, ¿quieres ser Felipe, el apóstol de Jesús? -. Un sí, fue su respuesta incondicional».
No le fue, sin embargo, tan fácil encontrar a personas que actuaran dando vida a quienes por unas u otras razones se mostraron en contra de las ideas del Señor, aunque finalmente lo consiguiera. La participación en La Pasión tomaba cuerpo entre los vecinos de Tarancón. Por ejemplo, con Gabriel Fernández, que tenía que hacer de uno de los sayones que golpean a Jesús, o con Antonio Tena, que representa a Judas.
Mª Salud me contaba lo feliz que se sentía de ser la actriz que hace de María, con las limitaciones que la figura de la Madre de Jesús impone, por ser tan querida y venerada su figura:
– «En un primer momento, las escenas las voy superando con calma, pero en los instantes duros, la congoja se me apodera del corazón y mi nivel de sufrimiento es intenso. El drama es real y a la vez apasionante».
Van llegando al Pabellón las personas que forman parte del colectivo de más de doscientos actores al Pabellón. Cada día en esta última semana tienen ensayo. Las escenas van siendo trabajadas en el ensayo con arreglo al orden en que se producen cronológicamente en la representación callejera. Unos actores cubren el puesto de aquellos que por su trabajo o necesidad no han podido estar inicialmente aunque, en ese momento, se confunden los sonidos de los ritmos aeróbicos, ya citados, con la narración por los altavoces de los momentos de La Pasión en la voz del anterior párroco Venancio Cañego, hoy Vicario de la diócesis conquense, y la meticulosidad con que Ángel Muñoz, el director de escena, exige que se realicen todos y cada uno de los movimientos de los participantes.
Antonio Moreno, lleva ya nueve años ‘a pie de obra’, y ese tiempo le dan la experiencia y conocimiento para saberse el papel, el suyo y el de los demás, y además exponerlo con pasión y sentimiento.
– «El día de ‘La Pasión’ ando probablemente nerviosillo, porque tengo a veces la impresión que algo se me escapa. Cuando veo que todo el mundo está en su sitio y dispuesto, la tranquilidad aparece en mi interior y ya estoy en mi papel, siento el soplo del drama sacro en mi subconsciente y consecuentemente busco expresarlo hacia mis paisanos y asistentes foráneos con toda la fuerza interpretativa de que dispongo…»
Diferentes son las escenas que van ocurriendo ante mis ojos, y no deja de sorprenderme la naturalidad con que la gente las interpreta. Niños, mujeres y hombres de Tarancón unidos por la misma idea, en este tiempo de cuaresma preparando, a su manera, la venida del Señor. Actores del drama pasional que en días anteriores en forma de ‘pasos’ de escayola y madera, habrán enseñado junto a los miembros de las Hermandades otra manera de ‘evocar’ a Cristo crucificado.
– «Me fue fácil encontrar los escenarios de La Pasión porque el bello y tradicional paraje de El Caño, la cuesta que sube desde el mismo a la Iglesia, la Plaza de la Solana, la de la Constitución, la del Mercado son lugares idóneos para la representación sin que exista demasiada dispersión. Luego fueron surgiendo mejoras en la luminotecnia, en la megafonía que llega a todos los espacios, en los aditamentos de los escenarios, y en ello el ayuntamiento se ha esmerado».
En la megafonía interior se está escuchando la narración de la Oración del Huerto de Getsemaní y Jesús y los apóstoles ocupan su sitio. El diálogo es tenso, y aún más se compromete con el momento del ‘Beso de Judas’ y del inmediato ‘Prendimiento’ en que los cuerpos de romanos participantes exteriorizan su miedo y asombro en la afirmación rotunda del Nazareno ante la pregunta de si era Él el rey de los judíos.
– «Te diré que los años pasados han mejorado todo nuestro talante de actores noveles de forma indudable. En el año 95, para diciembre, nos llegaba de la Junta de Comunidades la comunicación de que se nos concedía a La Pasión, el título de ser declarada de interés turístico regional, algo que nos llenó a todos de orgullo y satisfacción, y que nos ha impuesto una continua superación, más escenas, mejores vestuarios, mayor capacidad de iluminación y sonoridad, más calidad interpretativa, un acicate más a nuestro quehacer, que es de todo Tarancón».
Antonio me remite a lo que decía Venancio Cañego, el narrador guionista de los textos de ‘La Pasión’:
– «Lo que los actores participantes en la representación taranconera consiguen es una catequesis expresiva para el pueblo que asiste a ella. Es curioso, muchos vienen a ver una obra de teatro en la calle, pero lo que se encuentran es con la realidad del drama de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret».
Todo lo que de La Pasión Viviente conozco, bien por imágenes de video o por personas que han asistido a la escenificación callejera, habla de calidad y de emoción.
Y es difícil asistir a las dieciocho escenas de la representación. Y así me lo indican y aconsejan:
– «El primer año has de quedarte en la Plaza del Mercado, inicio de la obra, para después ir a la Plaza de la Constitución donde están los actos de las ‘caídas y la crucifixión’, ésta última de tremendo impacto en las más de dos horas y media que dura todo».
Es noche cerrada y lluviosa la de este jueves cuaresmal del año 1.999. En el coche recuerdo las palabras de Antonio:
– «Si vienes a ‘La Pasión’ en mi pueblo, no te arrepentirás».
Dicho queda.