Vídeo. Año 2009. Camareras de las Angustias
La pena es ese padecimiento interno que dura lo que el alma tarda en serenarse. Y si uno pudiera medir la pena que estos días le embarga a Raquel Bachiller, camarera de la Virgen de Las Angustias, tendría que inventarme un metro a la medida de las emociones. “No hemos podido ir a vestir a la Virgen y Ana, Bienve y yo, estamos deshechas porque son momentos muy jodidos, mucho. No pudimos subir el día 25, el de la novena… la puerta está cerrada y todo está oscuro. Antes, antes al menos las novenas salían por la radio pero ahora no. Es como si nos hubiéramos metido en una de esas películas de terror a esperar el final. A esperar que esto pase”, me dice Raquel lamentando estos momentos en los que, si no fuera por la telefonía y las redes sociales –con lo que tienen también de maldad-, sería un infierno aún mayor.

En el vídeo, grabado hace 11 años, vemos reunidas a las 4 camareras de la Virgen de las Angustias que, en cierta manera, encadenan antigüedades. Son Loli, Delfina, Raquel y Ana. Un vídeo que tiene por banda sonora, al principio, toda una joya: el Himno de la Coronación de la Virgen de las Angustias grabado en el año 1957. Tras ese minuto, otra joya: “Por tu cara de Pena” en la voz de Herminio Carrillo. Una marcha sacada del pregón que pronuncié en san Miguel, en el año 2003, en el que Herminio, la interpretó por primera vez.
“Soy la secretaria de las Angustias desde hace un montón de años”, dice Raquel repasando su biografía en la ermita. “Era ayudante con Loli, la más antigua, y con Delfina. Después, en una Junta, me nombraron a mí y ya no sé cuántos años llevo. Pero vamos, camareras éramos 4 hasta que se nos fue Delfina, muy devota de nuestra Virgen, ocupando su lugar Bienve. Estamos las 3 y nos llevamos divinamente”.
Hay que recordar a nuestros lectores que la Virgen de las Angustias es la patrona de la Diócesis y, eso, tiene que dar algún extra a la hora de vestirla y de estar cara a cara con Ella: “si, es un orgullo enorme. Nadie sabe lo que es vestir a la Virgen ahí arriba, cara a cara. Es muy emotivo. Esto, mira, esto se hace porque se siente y se vive y, haciéndolo, te encuentras con momentos que te llenan mucho. Mucho, y por eso tanta pena, tanta lástima estos días en los que hemos tenido que cerrar todo”.

Nuestras imágenes de vestir, cuentan con un ajuar que, en casa caso, difiere en valor y en cantidad: “no, la Virgen de las Angustias no tiene mucha ropa. Va vestida como si fuera una mujer antigua y, por eso, lleva sayas, rostrillo, delantal y vestido de cuerpo. Tiene vestidos, sí, varios, tiene el vestido y manto de la Coronación que lleva normalmente, el que se le pone en verano y el que le regaló Pilar Mozo que lo hicieron las bordadoras de san Julián. Ahora lleva un vestido blanco que tiene vuelta negra. Y no tiene más. Luego están las coronas, claro, la de oro, de la Coronación y la corona de plata que le regaló Pedro Torres, el del Figón, junto al manto negro, que es la que leva normalmente cuando está de luto”.
Uno, que ha estado ahí contemplando esos momentos en los que las camareras visten a la Virgen, vivió en primera persona, hace 12 años, la magia que inundó el Santuario cuando, las 4, comenzaron a clavar y desclavar alfileres hasta el abismo. “Ya te lo he dicho, son momentos muy emocionantes. No es un trabajo, es algo que se hace con mucha ilusión y con muchos alfileres para sujetar tantas emociones cuando le quitas la corona, colocas el rostrillo o limpias la medalla que cuelga del cuello de la Virgen que, como ves, tiene una cara preciosa. Es un acto de devoción. Estas deseando estar allí arriba porque, aquello, el interior del Santuario, es especial. Yo siempre lo digo. Parece mentira que la figura de Jesús no tenga nunca polvo. Le pasas el paño y nada. Ni mota de polvo”.
La Virgen de las Angustias, la del Santuario, al contrario de la que se venera en la iglesia de la Virgen de la Luz, no sale en procesión: “es una ventaja y muy grande que la Virgen no pueda salir a la calle. La Virgen va sujeta a Jesús con dos pernios que lleva en el alda que son los que, a su vez, sujetan el costado de Jesús. En cuanto se mueva, se cae. Luego no tenemos andas propias aunque, cuando ha salido en momentos puntuales, ha sido porque nos han dejado las andas la Soledad y, en otra ocasión, las de la Amargura, creo recordar” dice Raquel mientras repasamos los días fundamentales para las camareras: “la Virgen se viste con sus mejores galas el día anterior a empezar la novena. Le ponemos el vestido y la corona del día de la Coronación hasta el Viernes de Dolores. Luego, el Viernes Santo, la Virgen se queda de negro, se baja al Jesús al catafalco y Ella se queda sola con su pena hasta el domingo de Resurrección. Ese domingo, el Jesús se vuelve a subir con la Virgen y se viste para el verano con la corona de plata hasta el 15 de septiembre, el triduo, en que se pone el vestido que le regaló Pilar y, de ahí, otra vez al viernes de Dolores”.
Raquel sigue con ese padecimiento interno con el que iniciamos la entrevista. “A mí me ha dolido muchísimo. No esperábamos llegar a este punto. Es muy penoso económicamente para todos nosotros porque, las únicas recaudaciones que recibimos llegan el viernes de Dolores y el viernes Santo y, con eso, con esa inyección que este año no tendremos, hay que hacer frente a gastos. Pagar a los santeros, la luz, los gastos que conlleva tener el Santuario abierto… Es lo que hay. Que sea lo que Dios quiera. Nos acordaremos el viernes de Dolores y nos quedaremos con las ganas de celebrarlo. Será el año que viene”.
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