Documentos del Liberal. Así se armó el Belén Viviente en Vega del Codorno, en el año 1986
En el año 1986, la nueva carretera que facilitaba el viaje desde la zona de Beteta, y la de Peralejos de las Truchas a Vega del Codorno, daba una nueva visión de futuro que, el tiempo, no tardaría de valorar con el doble acceso al núcleo de población: este nuevo, desde el Collado de la Fuente del Sarracín, y el de toda la vida, paralelo al Cuervo hasta El Perchel, el primero de los barrios hasta completar su totalidad con Los Perales, La Cueva, El Collado, Los Demetrios, Los Eustaquios y Migueletes porque, en esa fecha, 1986, ya habían desaparecido las Chorretas, Los Gregorietes y la Ermita pero no las fuentes que abastecían de agua a sus habitantes: la del Bolero al de la Cueva, la de la herrería a Los Perales, la del caz al Perchel. No olvidamos que Vega del Codorno perteneció a Tragacete hasta que, en 1925, se constituye en Ayuntamiento propio.
La Virgen de los Dolores es la patrona y se festeja, el 8 de septiembre en el barrio de La Cueva en el que, desde hace 57 años (no hubo escenificaciones en los años de pandemia), representan el Belén Viviente que, con el paso de los años, ha evolucionado salpicando el camino de puestos y escenas de la vida cotidiana rural que, ahora mismo, salvo excepciones, se quedan en eso, en recreaciones.
En ese año, 1986, el ensayo general de la representación tuvo lugar poco antes de las seis de la tarde en medio de otros recuerdos, como el villancico que llaman de La Vega y otro que cantaba la tía Daniela, fallecida años atrás. Sonidos navideños que escapaban del acordeón de Julián Maeso.
Otros villancicos se refieren a la tía Chana:
“Esta noche es Nochebuena
Y no es hora de dormir,
Que ha parido la tía Chana
Un gorrino jabalí”
¿Y la tía Antonia? Me dijo que tenía 90 años cuando me tropecé con ella pero, en realidad, los superaba con creces. Venía de cortar leña con un hacha, había sido panadera pa el mundo entero, me dijo, y se encargaba, entre otras cosas, de llevar comida a los gancheros, a los que transportaban los troncos río abajo, que iban de agua hasta aquí, dijo señalando los ojos de su cara, empleando serones a lomos de burros que ya no hay, ni mulas, ni yeguas, ni bailes de las ocas, ni seguidillas ni jeringonzas.
Volvemos al año 1986 y a los niños que protagonizarán la representación del Belén Viviente y que, ahora, hoy día, rondarán los cuarenta y tantos.
Laura iba vestida de Ángel de la Guarda. Nuria (la narradora), Mari Luz y Fátima van vestidas de serranas mientras que, David, representará la figura de un pastor. Fernando Andrés, al que su padre le ha pintado la cara con el hollín de una sartén, será San José y Ana Isabel, de Virgen María.
El camino, iluminado, que conduce a la Cueva, arranca desde la fuente de los tres caños. Domingo y Pepe descienden para controlar cómo van los 250 kilos de patatas que ya están asando para cuando finalice la representación: patatas y vino para todos.
Una enorme hoguera nos recibe al tiempo que ilumina la enorme oquedad en la que, casi en el medio, encontramos a la auténtica cueva a la que no pude acceder porque, las últimas lluvias, las filtraciones, la habían dejado intransitable.
El boj, la planta más abundante de la zona, formaba una especie de seto que delimitaba lo que sería el escenario en el que, también, se encontraba un altar, una cruz de madera y, en lo alto, en el exterior, la estrella de los Magos indicando el lugar del nacimiento.
Fernando Andrés, San José, acaba de llegar llevando del ramal a un mulo en el que va Ana Isabel, la Virgen María.
Los niños se colocan. El Ángel, en un saliente rocoso, los pastores, junto al fuego y, el narrador, en el altar.
Nada más finalizar la lectura del Evangelio, comienza la representación del Belén Viviente de Interés Turístico Regional.
Este audio, que ofrecemos, corresponde a la representación del año 1986. Una grabación, sin pausas que, fragmentada, tiene lugar en varios momentos del relato evangélico.
Audio del año 1986
José Luis Muñoz Martínez