El Incarlopsa Cuenca dejó la vida para asustar al todopoderoso Barça. 26-29 a favor de los blaugranas que se van de la ciudad conquense tras haber tenido que sudar para hacerse con la victoria. Leonel Maciel volvía a la que fue su casa y lo hacía con un porcentaje de paradas digno de su etapa como conquense. Mientras, Thiago Alves y Ante Grbavac eran los pilares en los que casi surge el Sargalazo
De todas las cosas que caracteriza la liga Asobal de los últimos años es que el resto de los equipos que no son el Barça cuentan con cuatro puntos menos. Desde una tarde de abril del año 2018, en la pista, los blaugranas cuentan con el adjetivo de imbatidos en la competencia nacional. Sin embargo, había motivos para que los jugadores de Antonio Carlos Ortega se lleven una sorpresa desde Cuenca.
Para que la tarde del 26 de febrero pase a la historia contemporánea de la liga y del club eran fundamentales 60 minutos de esfuerzo, concentración y un poco de suerte. Desde los primeros compases de partido era el equipo de Lidio Jiménez quién mandaba en el marcador. Al igual que ocurrió en la fábula de la liebre y la tortuga, los esfuerzos de uno siempre eran contrarrestados con la calidad del otro.
Es por ello por lo que, nadie que quiera plantarle cara al Barça puede permitirse el lujo de bajar el ritmo y, tras una exclusión de Nacho Pizarro, ocurrió. El marcador pasó de una renta favorable a los conquenses de 2 goles (7-5), a ser de tres en su contra (7-10). Durante diez minutos, los locales no fueron capaces de incrementar su renta y la culpa de ello la tenía un viejo conocido. Leonel Maciel, quien protagonizó un 44% de eficacia al terminar el partido, intervino en cuatro ocasiones para dar seguridad a los suyos. Sin embargo, quien hacía lo propio era Ante Grbavac, creando un duelo entre el presente y pasado de la portería conquense.
Antes del descanso, fue Antonio Carlos Ortega quien recurrió por primera vez al tiempo muerto, viendo a su equipo sufrir en El Sargal. De esta forma, al transcurrir la primera parte, los blaugranas vencían por la mínima (10-11), lo cual sorprendía a parte de la afición.
Tras el entremés, había quien pensaba que era cuestión de tiempo de que el Barça arrollarse como en otras ocasiones. Otros, más esperanzadores, tenían fe en dar la campanada y vivir en vivo un Sargalazo. Lo único cierto era que, en ambas posturas, habían motivos de sobra.
Cuando se ponía cuesta arriba para los de la ciudad condal, tiraban de calidad para encontrar soluciones eficaces. La liebre lo seguía haciendo, mientras la tortuga remaba en un mar turbio, llegando a los últimos quince minutos de partido a solo dos tantos por debajo. En ese momento, después de un tiempo muerto del entrenador malagueño, ampliaron su diferencia a cinco y se apetecía imposible la hazaña.
Mas, los de Lidio Jiménez no se quitaron el mono de trabajo, llegando así al 26-29 final. Aunque la recompensa no afectase a la clasificación, tanto jugadores como aficionados del Incarlopsa Cuenca podrán descansar con la cabeza bien alta después de haber plantado cara al todopoderoso y diez veces campeón de la Champions Barça.
Por Nahuel Briscek