En una viñeta de Forges publicada en septiembre de 2011 aparecía una persona cabizbaja paseando con las manos en los bolsillos que murmuraba “Los mercados: curiosas fieras salvajes que parecen alimentarse del bienestar de los pueblos”. Me ha venido a la memoria esta sentencia del genial humorista, mientras reflexionaba sobre la política de expansión del mercado y privatización de los bienes y servicios públicos emprendida por el presidente del gobierno de Castilla-La Mancha.
Emiliano García Page sostiene que el hecho estructural de “tener tanto territorio y ser tan poca gente” es un factor de oportunidad para el crecimiento económico. Así que considera la región, extensa y despoblada, como una mercancía que puede ser explotada por las empresas. Por este motivo incentiva la instalación de energías renovables (fotovoltaicas y eólicas), macrogranjas, macrovertederos, centros de datos y promociona un parque de ecoturismo y aventuras.
Es grave que el gobierno de Castilla-La Mancha autorice, incumpliendo las leyes, macrogranjas y macrovertederos que contaminan el agua, el aire y la tierra, sin tener en cuenta la opinión ciudadana o yendo en contra de los pueblos. También es inquietante que convierta los montes públicos en mercancía para el disfrute y enriquecimiento privado, como promueven la Junta, la Diputación y el Ayuntamiento de Cuenca con el proyectado parque de ecoturismo y aventuras.
El ayuntamiento de Cuenca gastó 215.000 euros en la disolución de los consorcios de repoblación gratuita de 1.100 hectáreas de montes públicos de alto valor ecosistémico y los arrienda (a 14.000€ al mes) como monte maderable con opción a compra, para construir el gran parque de aventuras. Según el borrador del proyecto el parque ocupará 450 hectáreas con 7 tirolinas de 2,4 Km que impactarán sobre 61 hectáreas de masa arbóreas en el Monte de Utilidad Pública. En el parque se construirá una urbanización de lujo, de cabañas con piscinas privadas y habitaciones de 80 a 105 metros cuadrados en 3,7 hectáreas de terrenos públicos, y contará con 26 hectáreas para aparcamientos de vehículos privados.
Según las alegaciones de la asociación Ecologistas en Acción de Cuenca, el proyecto de singular interés ocupa una extensión tremenda, carece de un estudio de flora serio, se implanta en zonas ocupadas por formaciones vegetales protegidas (sabinares negros, encinares, comunidades rupícolas basófilas, pastizales terofíticos etc.), pone en riesgo hábitats que afectan a la Red Natura 2000, se postula como “respetuoso con el medio ambiente” cuando su coste en deforestación será muy alto y su futuro depende de la llegada de un millón de visitantes anuales que contaminarán el ecosistema.
El borrador apunta como clave del éxito del “santuario de emociones para amantes de la naturaleza”, a que el gobierno de Castilla-La Mancha está dispuesto a financiar con 25 millones de euros el parque y el hotel de lujo de las empresas de Puerto Rico (ToroVerde Parks SL) y Costa Rica (Nayara). Por su parte, la Diputación gastará partidas del presupuesto para arreglar carreteras y caminos que permitan acceder al parque y al hotel del monte público con opción a que sea privatizado.
A la vista del espléndido apoyo del gobierno de Page a empresas internacionales, las personas que residen en la Serranía Alta de Cuenca se pueden preguntar ¿por qué la Junta y la Diputación no finalizan las obras de la Residencia de Mayores de Beteta con capacidad para 50 plazas, que generaría 40 puestos de trabajo, edificada en más de un 70% y en la que ya han invertido 6,8 millones de euros? Ciertamente sería muy injusto que un gobierno que presume de aplicar el Estado social y democrático como ningún otro de España oriente sus políticas a beneficiar inversiones extranjeras para el turismo de lujo y escatime recursos para finalizar la Residencia de mayores de Beteta marginando a la ciudadanía de la comarca más despoblada y envejecida de la región. Si la Junta y la Diputación no acaban la Residencia de mayores pensaremos, como decía Forges, que la política del gobierno Castilla-La Mancha es cómplice de que el mercado se alimente del bienestar de los pueblos.
Opinión de Fernando Casas Mínguez