El Rincón de Enrique Buendía
Los primeros pasos de estos Encuentros se dieron dos años atrás, en 1.995, por iniciativa de la Vble. Hermandad de Jesús del Puente invitando, o llamando al establecimiento de una determinada relación y conocimiento, con aquellas ciudades que compartían el título por haber sido nombradas sus Semanas Santas de interés turístico internacional. Aquí, en nuestra ciudad, tuvo lugar ese I Encuentro ya que, Zamora, lo haría dos años después.
A tal encuentro, y a la participación en el mismo, asistimos un grupo de nazarenos de las diversas hermandades de la capital. Fue un 24 de febrero y lo hicimos con el ánimo de dejar muy presente el valor del significado del título concedido y que, en aquellos años, sólo compartíamos cuatro o cinco ciudades, a saber, Zamora, Valladolid, Málaga, Sevilla y Cuenca.
Conocía la preocupación de la Junta de Cofradías conquense porque, todo lo que de la Semana Santa de la ciudad en Zamora se presentara, tuviera el valor debido de representatividad de las Hermandades conquenses. Me refiero a su nivel artístico, también devocional e informativo y religioso sin olvidar la presencia de un buen comunicador para la charla que estaba anunciada en el Teatro Principal zamorano, en este caso, en José Carlos Calvo Cortés, hermano de diferentes Hermandades, entre ellas, ‘Jesús de Medinaceli’, la ‘Soledad de San Agustín’ y del ‘Ecce Homo de San Miguel’, un lujo al que algún día habrá que reconocerle, como a tantos otros, su “color nazareno”.
Con destino a Zamora iniciamos viaje un número de personas, con mayoría de la Hermandad de la ‘Soledad de la Amargura con San Juan’. También miembros de la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías y otros hermanos nazarenos que deseaban estar presentes en el día de Cuenca en Zamora. No faltaba, claro, Manuel Calzada, presidente de la J.C., al que se notaba ilusionado, dentro de la inquietud lógica por los actos en los que iba, íbamos a participar, y por dejar bien presente el valor del título conseguido y, sobre todo, de la religiosidad y buen hacer de los conquenses participantes en la Semana Santa de Cuenca.
Las conversaciones en el autocar muy animadas. Los temas nazarenos de actualidad no faltaron entre los presentes ni en el grupo de Antonio Armero, Evaristo, José Carlos, Torralba y José L. Ruipérez ni tampoco otros temas, concernientes a los viajes hechos por los hermanos del «Jesús del Puente», viendo la posibilidad de tener en Cuenca a las Juntas Directoras de las Semanas Santas de otras ciudades. Anécdotas, acontecimientos, visitas, charlas etc., fueron desgranado las cinco horas de viaje. Como fondo, siempre, marchas procesionales y videos de las ciudades participantes en el Encuentro que el hermano Evaristo llevaba de provisión viajera.
La llegada fue emotiva. Familiares de compañeros viajeros nos acompañaron a la Plaza de Viriato, al lado de la Iglesia de la Encarnación donde estaba montada ya la Exposición que en la tarde se inauguraba. Muy cerca, un mirador sobre el Duero nos permitía ver sus aguas bañando las orillas de Zamora y un nido, de los muchos nidos de cigüeña avistados, me concedía la posibilidad de observar y admirar la gracilidad de tales aves, vigías sobre la ciudad. Una foto del grupo con fondo la estatua de Viriato, nos otorgaba ‘sentir’ el trazado de la plaza que lleva su nombre donde los árboles plataneros, desnudos por el invierno, asomaban un extraño entremezclado de ramajes en actitud amorosa. Allí estábamos para contactar con Cuenca fuera de Cuenca, para apoyar el movimiento de unión y conocimiento de todas las «Hermandades de la tierra». Era el turno de demostrarnos y hacerlo a los demás que el corazón de la Semana Santa también latía en los conquenses.
La estancia fue intensa como pueden suponer, con diversas visitas, primero al Museo de la Semana Santa de Zamora, edificio que en su planta baja está dotada de una amplío salón para exposición permanente de los «pasos» que en dicha ciudad procesionan, almacén de mesas procesionales, taller de restauración y oficina. La planta alta está configurada para sala de reuniones de la Junta, del Consejo Rector, o las distintas Comisiones que de trabajo existan, convertible en Sala de Exposiciones… Allí pudimos, a través de las palabras del Presidente de la Junta Pro Semana Santa zamorana, Eduardo Pedrero, ver todos los «pasos», auténticas joyas artesanales; todo un lujo para la contemplación el trabajo de sus escultores, las obras de Ramón Álvarez, Torija, De la Iglesia, Justo Fernández, Ramón Núñez, etc., a las que se suman con posterioridad las de Mariano Benlliure y en la actualidad Quintín de la Torre, Víctor de los Ríos, etc., junto con importantísimas esculturas de Gregorio Fernández, Becerra, Zumeta y otras de los siglos XVI y XVII, conforman la Semana Santa de Zamora.
Desde el Museo nos guiaron a la Iglesia de la Encarnación donde tuvimos ocasión de presenciar la inauguración de la «Exposición» de objetos de los desfiles procesionales de las cinco ciudades. Evaristo Cañas se encargó de presentar los objetos expuestos que habían sido cedidos por las Hermandades de Cuenca, al mismo tiempo que un Vídeo iba proyectando secuencias de los desfiles procesionales de nuestra Semana Santa. Felicitaciones por el logro alcanzado, tanto a Evaristo en su papel comunicador, como a las Hermandades que cedieron parte de su patrimonio para el evento. Cuenca tuvo representación del Ayuntamiento en Francisco Fernández, y también estuvieron presentes en los actos y en la conferencia posterior, el diputado Eulalio López y el Presidente de la Cámara de Comercio Rafael Araque.
Casi sin solución de continuidad, nos trasladábamos al Teatro Principal de la ciudad. La entrada era por invitación y las butacas estaban ocupadas por todo tipo de gentes, zamoranos, conquenses, y también de otras ciudades castellanas y aquellas otras deseosas de conocer cuáles eran los motivos por los que Cuenca estaba entre las «elegidas» para la ocasión de la celebración del Centenario.
Y a fe mía que José Carlos Calvo, nuestro comunicador, cumplió sobradamente el cometido, vaya si lo consiguió, porque el teatro se le entregó sin reservas al terminar su eficaz, poética y sentida demostración de lo que es la Semana Santa Conquense mientras que, Manolo Calzada, el presidente, sentía el cosquilleo que sólo se deja para las ocasiones.
He tomado algunas de las frases de Carlos en la Conferencia, porque merece la pena tenerlas en cuenta:
«…La ciudad, y su entorno, lo que el mundo ha declarado de propiedad común y universal, es la característica estética que define la singularidad de la Semana Santa Conquense. El escenario está ahí, inmutable; basta con darse una vuelta por las iglesias que custodian nuestros pasos, y luego imaginarlos, doblando la curva de la calle ‘del Peso’, o soportando la brisa nocturna que viene cabalgando desde La Sierra.»
De lo que él entiende que son los nazarenos conquenses, son estas palabras:
«…somos gente de la tropa de Quien pudiendo tener mil legiones no quiso una espada; creyentes, como sea, con una fe sublime, brillante, lúcida, sensata, pero también tambaleante, mínima, esperando contra toda esperanza, en la Resurrección; manifestándola por las calles de esta ciudad castellana».
El modo de participación de los nazarenos en la procesión, lo señaló así:
«… Por eso en el momento de la procesión, se cumplen los cometidos propios sin queja alguna. Desde los banceros que meten el hombro al nuncio que reparte cera; desde el hermano mayor que recorre las filas para que estas vayan en orden, hasta el nazareno que, entre rosario y rosario, o entre recuerdos y alguna avemaría, soporta seis o siete horas de procesión y cansancio. Nadie es más que nadie. Solo está por encima el misterio que acompañamos en cada momento».
Tuvo palabras para los desfiles procesionales de nuestra ciudad:
«…Así que llegará el viernes de Dolores, con su Pregón en San Miguel, y el Ecce Horno cada año más impresionante en su dolor. Y pasará el día siguiente y sábado, con su tarde de puesta en andas, imágenes de Marco Pérez, Collaut-Valera, Marín, Capuz, Martínez Bueno…. imaginemos de hoy mismo, con la sabiduría y la fe de los viejos maestros. Y un buen Domingo de Ramos…»
En la parte final y antes de indicar que se proyectaría el Vídeo ‘CUENCA NAZARENA’, decía, dirigiéndose a los zamoranos presentes:
«...No esperaba llegar a Zamora con este peso. Porque hablar de la Semana Santa de Cuenca, con exactitud, pero llevándoles más allá del mero conocimiento formal, entiendo que es una empresa, cuando menos arriesgada. Y se siente la tentación de decir simplemente: Un ejemplo vale más que mil palabras. Así que: ¡Vengan a Cuenca! … Gracias»
Los aplausos cálidos y cariñosos rindieron su tributo al hermano comunicador. Para los presentes en el Acto quedaba conocida la realidad de su ‘pasión’ por la Cuenca nazarena. Zamora, así lo sintió. El Vídeo proyectado después, solucionó la didáctica de sus palabras sobre la enseñanza de la Semana Santa Conquense a través de bellas imágenes. La emoción era total entre los asistentes.
La vuelta
Era hora de volver a Cuenca. No me puedo dejar en el tintero el buen humor de los nazarenos buscando el autocar que nos trajo a Cuenca sobre las cinco y media de la mañana. Allí los comentarios a las experiencias vividas, los aplausos para quienes habían sido comunicadores de una u otra manera, las frases de elogio del Presidente, componían el toque de un final feliz para un día transcurrido del mismo modo. Ya en las calles de Cuenca, andando hacia nuestros domicilios, mi vecino Antonio Armero y yo, sentimos la brisa acariciadora de la hermandad nazarena conquense.
El viaje estaba «echado».