La ciudad de Cuenca vivió una velada mágica el pasado 22 de diciembre, cuando la orquesta de acordeones «Ciudad de Cuenca» ofreció un concierto inolvidable en el entorno emblemático de la antigua Iglesia de San Andrés, ahora reconvertida en un espacio para eventos culturales. Bajo la dirección del prestigioso músico conquense Daniel Pérez Huelves, la banda, compuesta por ocho virtuosos acordeonistas, brindó una actuación que será grabada como uno de los momentos más emocionantes de la temporada navideña.
A las 19:30, el público, que abarrotó la iglesia sin dejar sitio para un solo asiento, fue testigo de un despliegue musical que mostró la riqueza y la diversidad del repertorio popular y clásico. La colaboración del Consorcio Ciudad de Cuenca y el Ayuntamiento fue fundamental para que este espectáculo cobrara vida, realzando la importancia de las instituciones en el apoyo a la cultura local.
Desde las primeras notas, quedó claro que no sería una actuación convencional. Daniel Pérez Huelves, con una maestría digna de un virtuoso entregado de cuerpo y alma a su arte, imprimió su sello personal en cada pieza musical. Sus increíbles movimientos manuales, ejecutados con precisión y pasión, agregaron variaciones espectaculares a las composiciones. Estas improvisaciones no solo destacaron su profundo conocimiento del acordeón, sino que también dotaron a la música de una frescura y vitalidad que cautivaron al público.
La velada comenzó con una selección de polkas llenas de energía, donde la técnica depurada de la banda y las interpretaciones magistrales del director arrancaron los primeros aplausos entusiastas. A estos les siguieron emblemáticos pasodobles que evocaron el espíritu festivo y tradicional de la música española, llenos de matices añadidos por las manos del director, que parecían bailar sobre su acordeón con una fluidez hipnotizante.
Un momento especialmente emotivo llegó con los popurrís de zarzuela, que resonaron con fuerza entre las paredes históricas de la iglesia.
Daniel Pérez Huelves brilló especialmente en estas piezas, incorporando sutiles cambios en la dinámica y el ritmo que acentuaron la riqueza emocional de las obras, transportando a los asistentes a épocas de esplendor musical.
La segunda parte del concierto rindió homenaje a la música popular conquense, una declaración de amor a la ciudad y su tradición. Fue en este punto donde la conexión entre los músicos y el público alcanzó su máximo esplendor. Cada acorde parecía un puente entre generaciones, historias y emociones compartidas.
El cierre del concierto fue un verdadero despliegue de alegría y emoción navideña. Los valses «El Danubio Azul» y el «Vals Nº 2» de Dmitri Shostakóvich envolvieron el espacio en un ambiente de sofisticación y festividad. En estos valses, Daniel Pérez Huelves llevó al máximo su virtuosismo, elevando las piezas con variaciones que parecían brotar espontáneamente de su inspiración y habilidad, dejando a todos sin aliento.
Y cuando parecía que la noche no podía mejorar, el público, que pedía más con vítores y aplausos, fue recompensado con la icónica «Marcha Radetzky» de Johann Strauss. Las palmas sincronizadas y el entusiasmo generalizado hicieron vibrar el lugar como pocas veces antes, cerrando con una ovación final, larga y sincera, que reconoció el talento y la entrega de los músicos.
La orquesta de acordeones «Ciudad de Cuenca», con su extraordinaria actuación, reafirmó su posición como un baluarte cultural de la región, mientras que la dirección de Daniel Pérez Huelves quedó grabada en la memoria de todos los presentes como un ejemplo de liderazgo, sensibilidad musical y virtuosismo absoluto.
Sin duda, la ciudad de Cuenca ha vivido un regalo navideño adelantado que permanecerá en el corazón de quienes tuvieron la suerte de presenciarlo.