El sábado, día 29, se presenta el libro Retratos con Historia del que son autores Juan Ignacio de Frutos (Retratos)) y Susana Fuentes (Fotografía). Será en el salón de actos de la Diputación Provincial de Cuenca a partir de la una de la tarde y, para sus autores, supone la segunda publicación tras “Flores amarillas y otros relatos de amor y muerte”.
Cuando has leído este libro, Retratos con Historia, varias veces, piensas en la grandeza de la copla de los años 50 del pasado siglo. En la Piqué, por ejemplo, y en el maestro Quiroga que, con sus letras, además de canciones hacía películas con cinco líneas y 4 espacios. Y si no, os remito a Tatuaje o a Ojos verdes. Es algo similar a lo que sucede con Susana Fuentes que, juntando palabras, es capaz de trasladar, de llevar a cualquier lector al escenario que, a ella, le dé la gana. “Cuando supo que Ángela se había suicidado, centró toda su energía en deshacer las escenas de lo que había sido su vida”. Solo con eso, vemos a Dafir ( hijo de Juan Manuel, el marido de Ángela, padre de Nahuel y de Elodíe) haciendo limpieza de su vida y de sus sombras y claro, a medida que sigues leyendo, pareces entrar en la habitación de la película Mala Mujer en la que, la actriz Joan Benett, hace de Ángela y, de Dafir, el inolvidable Eduard G. Robinson.
He citado a Elodíe, la hija de Ángela, la hermana de Nahuel entre 47 personajes salidos de una España en blanco y negro que, Susana Fuentes, da color como Juan Ignacio de frutos presenta a Elodíe: una mujer hermosa donde las haya, tatuada hasta decir basta y con 17 piercing en la cara para resaltar sonrisas. Una fotografía en la que entras en ella sin llamar pero con un texto cuyas dos primeras líneas te dejan helado: “El suicidio de su madre recorrió su espalda como un escalofrío afilado”. Un golpe bajo que te deja sin resuello aunque sigas leyendo d e s p a c i o, lentamente, buscando entre líneas el pueblo que dio cobijo a Nahuel en casa de su abuelo Casimiro.
El Libro, Retratos con Historia, es eso mismo. Lo dejan por escrito sus autores Juan Ignacio de Frutos y Susana Fuentes cuando, él, dice que “ha ido creando retratos, recogiendo miradas y buscando un compañero de aventura que supiera sacar la historia que cada rostro guarda. Las personas son reales, por supuesto, y la mayoría de los nombres también, pero las historias no.
Una de las condiciones a la hora de escribir cada texto, era que no reflejasen la realidad del personaje pero, que a la vez, fuesen creíbles y posibles” dice Juan Ignacio, feliz tras haber encontrado su media naranja narrativa tras el libro “Flores amarillas y otros relatos de amor y muerte” editado hace cinco años por la Diputación Provincial de Cuenca.
También lo dice Susana porque, la idea, era poner a cada cara una historia y a cada historia un sentir pero, ¿cómo se pone un alma a una fotografía?: la fotografía no se hace con una cámara, se hace con la mirada. En realidad, muestra los ojos del fotógrafo, que es el que pone el acento en uno u otro rasgo, en uno u otro gesto. El alma de las fotos está en la forma de observar, o de mirar, del fotógrafo. Y así llega al observador. En estas fotos que veis en el libro subyace la mirada de Juan Ignacio. Y son tan expresivas, que ofrecen a la imaginación un sinfín de posibilidades. De esas posibilidades nace cada relato que las acompaña. Cada historia. Cada trama. Si una fotografía no dice, no expresa, no significa, no es una foto, es una imagen inerte. El alma de las fotos nace de su capacidad para decir, para comunicar… Si estas fotos no dijeran nada, nunca habrían nacido de ellas estas historias, a veces disparatadas, a veces crueles, a veces tiernas. Pero siempre expresivas, explica Susana.
La palabra. Realidad indescriptible en la que reside el amor, la esperanza, la verdad, la vida pero, esa palabra, enlazada con otras, sigue llevando un aire de tristeza, soledad, sufrimiento porque es un paréntesis que encierra amor y muerte. ¿Dónde está la atracción?: no creo que se trate tanto de atracción como de observación de la realidad. El amor y la muerte son los dos lados de la existencia. Eros y Tánatos, la pulsión de la vida y la pulsión de la muerte. Y entre ambas nos deslizamos en este tiempo que nos ha sido concedido y que llamamos vida. El amor es un concepto muy manoseado. Tanto, que a veces perdemos de vista su verdadero significado. En este libro, para reivindicar su significado esencial, he recurrido a una canción de José Luis Perales (en un guiño a la tierra) que se llama “Amor sin límite” y está inspirada en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios. A veces, conviene pararse un poco, aislarse de esta marabunta que nos circunda, y detenerse en estos textos que nos recuerdan que amar es algo más que mandar emojis de corazones. El amor está en la base de todas las cosas, en el principio mismo de la vida. Y tan natural como la vida es la muerte. Y he aquí el misterio. ¿Qué es esto? ¿De qué va este juego? Nos traen aquí y un buen día, nadie sabe cuándo, te vas. Pero antes de irte te ha tocado ver partir a gente que quieres. Y te ha tocado convivir con el duelo, asumirlo, aceptarlo, porque la muerte es irremediable y tristísima. Desgarradora cuando llega y terrible cuando se queda; y notas la ausencia del cuerpo que ya no está, la falta de su abrazo, de su palabra. Te echas eso a la mochila y sigues andando. Pero la vida ya no es lo que fue y, entonces sí, tomas consciencia de la muerte y sabes que aquí estamos todos de paso. ¿Lo mejor? Somos libres de decidir qué hacer en el camino.
Retratos con Historia. 47 personajes interactivos, distintos… ¿Cómo se conjuga eso?: con un poco de imaginación y mirando a la vida. Es decir, las relaciones que se establecen entre estos personajes de ficción no distan mucho, o no distan nada, de las que establecemos nosotros en la vida real: son relaciones entre padres e hijos, relaciones de pareja… Lo que ocurre es que nosotros hemos llenado esas relaciones de conflicto, de trama, de argumento, con la intención de que el libro mantenga atento al lector y despierte su curiosidad. O, al menos, su inquietud. Que cada cara tuviera su historia está bien, pero, si no generábamos tramas comunes, al libro le faltaría un componente de novela, de historia completa y cerrada, de ahí que cada personaje esté necesariamente unido a otro por algún vínculo. Así, hasta generar una espiral o pequeño universo plagado de criminales, amantes y viejecitas no tan encantadoras. Ese es el resultado. El proceso se sustenta en la información que dan las caras de estas fotos, absolutamente inspiradoras. Es una “información ficticia”, claro. Ninguno de los personajes del libro se corresponde a la persona real salvo en el nombre. Este juego de inventar personajes sobre personas reales ha sido de lo más enriquecedor y divertido. Y, a su vez, ha supuesto un gran trabajo de organización y memoria.
Audio de Susana Fuentes
Título: Retratos con historia
Autores:
Juan Ignacio de Frutos (Las Majadas, 1962) y Susana Fuentes (Las Majadas, 1976)
Editorial: Autoedición (en colaboración con la Diputación Provincial de Cuenca)
Tema: Libro de retratos y relatos, a modo de fotonovela, donde cada cara tiene una historia y cada historia se va uniendo con otra creando un pequeño universo literario.
Presentación: Sábado, día 29. Salón de actos de la Diputación Provincial de Cuenca a las 13:00 horas
Sinopsis:
47 retratos que muestran dolor, tristeza, alegría, pasión, muerte. 47 historias que narran episodios de 47 vidas que se cruzan tan solo un instante que cambia todo un destino. Viudas negras, asesinas en serie, jubilados que trafican… y dos puntos de encuentro: las investigaciones de un intrépido policía y un programa radiofónico de testimonios donde los noctámbulos solitarios vomitan sus pesares.
“Retratos con historia” –mitad fotografía, mitad literatura–, un libro elaborado al alimón por Juan Ignacio de Frutos y Susana Fuentes, presenta un paisaje humano tan complejo y tan sencillo –a su vez– como la vida misma, con tramas que envuelven y unen a todos los personajes sin que ellos sean conscientes de que un solo paso, un único gesto, la más nimia decisión, puede cambiar su existencia y la de los demás para siempre.
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