San Sebastián. Grillos, quema de sabinas, danzas, la Zahora y hogueras
San Sebastián, un santo soldado que murió asaetado a finales del siglo II y, como estaba relacionado con la milicia, este día de su santo, los que iban a hacer la mili (cuando se hacía), lo festejaban de forma particular aunque, de forma particular, lo hacen el algunos lugares de la región como en Malpica de Tajo, en Toledo, en donde los Morraches, primos hermanos de los Diablos de Almonacid, toman las calles haciendo sonar sus enormes cencerros. Son personajes que cubren sus rostros con caretas, capucha para tapar la cabeza y unas largas porras que arrastran con una de sus manos.
Pero, más cerca, tenemos estos lugares en donde, San Sebastián es festejado por todo lo alto.
San Sebastián. Campillos Paravientos y el salto del grillo.
Enrique Buendía vivió la fiesta en el año 2006.
La campana de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción suena cantarina llamando a los fieles a la misa que antecede a la procesión, y romería de San Sebastián, a La Mesilla.
Nada más acabar la ceremonia religiosa, la procesión ha dado comienzo por unas calles por las que, los devotos, rezan y cantan el rosario de un modo singular, muy al gusto de las gentes de Campillos, al tiempo que lanzan vivas dedicados al patrón hasta la Mesilla a la que han venido, temprano, bastantes personas para dejar todo a punto en la cercana comida familiar. Colocada la imagen de San Sebastián en el templete ya dispuesto, los romeros han abierto hueco a unos pocos metros para extender sobre el suelo una sábana blanca que será bendecida por el párroco. Mientras el hisopo dejaba caer sus gotas de agua en la blanca tela, una multitud relativa de puntitos negros han aparecido sobre ella. Son los grillos que han venido para cumplir con la tradición como hacen todos los años, me dice Pedro Juan, que también me comenta que esta concurrencia de grilletes, aquí, tienen un positivo y reconocido significado como que habrá un buen año para el pueblo. Después se ha bendecido la Caridad de San Sebastián, o sea, los molletes, panecillos, las sardinas saladas que por aquí llaman civilonas, los huevos cocidos barnizados de color anaranjado y también el vino. Las brasas de las hogueras han ido permitiendo que las mesas romeras se llenaran minutos después de toda clase de alimentos para, al atardecer, volver al pueblo con la imagen de San Sebastián porque mañana, día veintiuno, muy temprano, las mozas acostumbran a juntarse y, untadas de hollín, van por las casas para levantar a los jóvenes y tiznarlos también.
Culebras y la quema de sabinas
A espaldas del Centro Socia, Enrique encuentra a José Antonio, un extremeño de Navalmoral de la Mata que, junto a otras personas, cocinan caldereta para la comida posterior.
Al lado de las casas, unas ramas de sabina se amontonan lo mismo que a la puerta de la iglesia. “Ayer fueron vísperas y salimos a podar las sabinas por seguir la costumbre de nuestros mayores”, me dicen unos vecinos que encuentro por la calle. No conocen el nombre de la persona o personas que propusieran lo de quemar las ramas de sabinas pero el caso es que esto es lo que hicieron y, así, comprobaron que la fórmula era positiva y la peste y su problemática desaparecía porque, siglos atrás, los vecinos de culebras ayudaron a los del Val, una aldea cercana que estaba invadida por la peste, a mitigar e intentar hacer desaparecer la epidemia y lo hicieron de una forma generosa, sin poder evitar su contagio. Fue entonces cuando los vecinos decidieron hacer una procesión de acción de gracias con la imagen de San Sebastián por sus calles, costumbre que se sigue manteniendo en la noche de vísperas donde, el vecindario, ya con las ramas de sabina podadas de los parajes cercanos, prepara y enciende hogueras delante de sus casas.
Esta mañana el sonido de las campanas de la iglesia está anunciando la procesión con la imagen del santo, obra del escultor Fausto Culebras. Una procesión en la que no faltó la quema de ramas de sabinas y, con ella, el intenso humo blanco y el suave olor producido mientras pasaba delante de las casas. Tampoco faltó la traca ni la densa humareda en el exterior e interior de la iglesia. Al regresar, luego, hubo misa y, al acabar la ceremonia religiosa, un aperitivo en el bar continuado con una comida popular degustando la rica caldereta que José Antonio les había preparado
Villar del Saz de Navalón y las Danzantes
En la calle no hay casi nadie, escribía Enrique Buendía hace 15 años pero, en las casas de diez niñas de la localidad, sí que la hay y mucha con las familias ajetreadas, preparando desayunos y colocando los detalles precisos a los vestidos que, hoy, llevarán puestos sus hijas que van a ser, ni más ni menos, danzantas de San Sebastián. “Todo esto no hubiera sido posible sin la colaboración de Demetrio que nos ha ido guiando sobre los diferentes paloteos que componen la danza de San Sebastián” dice Miriam. “Bueno, de Demetrio y de Flora pues ella ha sido el alma armonizadora y detallista de todo lo que con el grupo de danzantes tenía que ver desde el verano pasado en que comenzamos esta aventura”.
Las campanas han sonado para la procesión y hasta la iglesia me he acercado en compañía de un ya numeroso grupo de personas. Allí he podido conversar con Félix y Vicente, los mayordomos de este año, encargados de dar la caridad. “Somos mayordomos por ofrecimientos personales y pagamos los gastos de la fiesta. Hemos comprado 400 rollos de pan anisado para entregar a quienes nos lo soliciten y estén presentes esta tarde, en la caridad. Al aparecer la imagen del santo, a la puerta de la iglesia, un devoto le ha recitado una poesía alusiva a sus virtudes y martirio y, luego, el grupo de danzas ha ejecutado lo que se conoce como “La Peregrina” y, a continuación, después de la traca callejera, ha comenzado la procesión por las calles de este pueblo siempre acompañados de la niebla y algunos rayos solares que intentaban penetrar a su través.
Ya, en la parroquia dedicada a San Pedro Apóstol, ha dado comienzo la misa que ha tenido varios momentos significativos: uno la realización, en el centro del templo, de la danza de la Cruz. Otro, el beso a una reliquia de San Sebastián y, un tercero, algo singular y curioso como el de gustar -quienes en el templo nos encontrábamos- un trocito de las tortas de calidad.
Al finalizar la ceremonia religiosa se han ejecutado diferentes paloteos seguidos todos ellos por los asistentes con especial atención.
Vídeo realizado en el año 2018
Villalba del rey y los danzantes
El cartel, anuncio del pueblo de Villalba del Rey, lleva a Enrique Buendía a vivir de cerca la realidad de las vísperas de la fiesta dedicada a San Sebastián en las que, el pueblo, mantiene la costumbre de ir a la Ermita del Santo, guiado por los danzantes, a por la imagen patronal a la que, Félix Budia, le recita con voz emocionada una poesía poco antes de que, la procesión, se ponga en marcha camino de la parroquia entre rezos, cánticos y paloteos varios:
“Con cánticos de alegría,
clamamos al Dulce Sol
Sebastián afortunado
de Villalba eres patrón…”
A la puerta del templo, finalmente, se ha vestido a la vara y, los ojos de Marcelo, el maestro de danza y de Gregorio, el tocador de la caja, han brillado de alegría y emoción contenida un año más. Al anochecer habrá hoguera y, a su rescoldo, se asarán patatas y carne como es costumbre el día del patrón. Es San Sebastián, fiesta por voto de Villa lo cual se hacía en el pueblo dirigiéndose a través de sus autoridades a aquellos santos considerados protectores para, así, poder hacer frente a diferentes calamidades epidémicas, plagas o virus que les ocurrían. Esa puede ser la explicación por la que, Villalba del Rey, le tiene como patrón. Mientras estoy en la plaza del Ayuntamiento, escucho cercanos los sonidos de la dulzaina y el tambor. “Son los danzantes de San Sebastián que están recogiendo a las autoridades para ir con ellas a participar en la procesión del santo y en la misa”, me dice Goyo, un amigo con el que me encuentro aprovechando que tenemos unos minutos antes de la llegada de las autoridades a la iglesia.
La imagen de San Sebastián, una espléndida talla casi de tamaño natural, ya se encuentra dispuesta para la procesión. Me llama la atención la banda roja con dibujos en oro que le cruza por delante, indicativa de su mando en las tropas del emperador romano y, también, la colgadura muy vistosa de un delicado y decorado mantón de Manila que envuelve un rollo de pan. “Es el tradicional rollo del santo que lo acompaña en todo momento y que es ofrecido por una familia del pueblo. Rollo que, mañana, el día de Santa Inés, será subastado a las puertas de la ermita al finalizar las fiestas”, me dice Jesús que hace las veces de encargado de la Iglesia cuando sus faenas del campo no se lo impiden. Un rollo que vendrá a pesar unos dos kilos y medio y que, para su confección, se emplea medio litro de aceite y cuarto litro de anís.
Vuelvo a la Plaza Mayor, rápido, para ver allí los danzantes que están ejecutando diversas danzas en las que su habilidad, al chocar entre sí los palos y con sus compañeros, debe ser complementada con movimientos combinados de modo individual, y con el grupo, a base de cruces, giros, saltos hechos con total sincronía y que se cambian en cada uno de los temas que dedican a honrar a su santo patrón.
Con ellos va Marcelo, el alcalde de danza, el maestro de tantos niños y jóvenes continuando con una labor comenzada años atrás y, a su lado, Carlos el dulzainero y Gregorio el del tambor.
Mientras van a la iglesia, junto a las autoridades locales, el pueblo ha cobrado vida en el interior de la iglesia. Curiosean, rezan y, muchos devotos prestan atención a la subasta de los seis puestos de conducción de la carroza que “ es la costumbre el pujar por tales puestos pues es un orgullo adquirir el derecho de empujar al Santo por las calles y ofrecerle dinero para conseguirlo” dice Goyo.
La procesión ya está en marcha y, a la puerta del templo, Jesús ofrece San Sebastián su devoción y sentimiento en una sencilla poesía que repasa acontecimientos vividos por el santo y por el propio pueblo y que finaliza con un fuerte y aclamado viva patronal coreado por los presentes. Se recorren las calles entre rezos y danzas en lugares ya determinados, la carroza se detiene y, el grupo de danzantes, recita una hermosa oración hacia el Santo son los paloteos que tienen títulos explicativos del motivo por el cual se compusieron: “Matasteis a vuestro Rey”, “ Padre Nuestro”, Peludillos son, que peludillos madre, peludillos son, los que vuelan por el aire”, el “Rey Fernando”, “El Soldado” y “La Semana: lunes y martes y miércoles 3, jueves y viernes y sábado seis. Dime cuántos días tiene, de trabajo la semana, empezando por el lunes por el sábado se acaba”
Uclés, Horcajo de Santiago, Mira y Villar del Águila
Uclés le tributa a San Sebastián el homenaje y honores de “patrón de Villa”. Hay documentos que dan testimonio de la intercesión y devoción al santo antes del siglo dieciséis, con ermita propia, y donde figura el Ayuntamiento pagando la función religiosa, cosa que sigue haciendo actualmente añadiendo una invitación, al finalizar la misa, en honor del santo que, por cierto, tiene imagen nueva desde mil novecientos cuarenta y ocho. La festividad comienza la víspera con repique de campanas y hoguera.
Vídeo de la Parroquia Santa María de Uclés
En Horcajo de Santiago, para esta fecha del 20 de enero, día de San Sebastián, los agricultores hasta ahora en faenas de recolección del aceituna, barbechando o podando las viñas, suelen hacer un alto en su quehacer para festejar al santo según se viene haciendo desde el siglo dieciséis.
El origen comenzó ante su imagen a la que, una muchedumbre, diezmada por las pestes que asolaron al pueblo, se entregó en súplicas y oraciones para que actuara como mediador ante Dios y pidiera por la solución de sus penas y miserias a partir de un documento fechado el 29 de noviembre de 1.575, guardado en los archivos del Escorial, viene a desprenderse el voto de la villa que se realizaba en estas fechas y que decía. “en la villa de Horcajo se guarda vigilia el día de San Sebastián, que no se coma carne, y esto por voto del pueblo, por devoción contra la pestilencia que hubo en dicha villa y es muy antiguo”.
Trasladada la imagen desde el altar mayor, del primitivo templo, a una ermita en tal lugar al que va la procesión después de recorrer las calles del pueblo, se besa la reliquia del santo por los fieles asistentes, se comenta como muchos de sus devotos guardan la vigilia durante todo el día absteniéndose de comer cualquier alimento que toque sangre, según el voto realizado siglos aunque, a raíz de esta tradición, nacieron las tortillas de San Sebastián que además de patatas y huevos contienen otras guarniciones vegetales para cumplir con el ofrecimiento y la vigilia.
San Sebastián es el patrón de la localidad de Mira en donde, el veinte de enero se celebra misa en honor del santo mártir. Un día en el que los niños y jóvenes celebran en esta fecha el día de la Zahora pasando el tiempo en algunas casas viejas donde comen, juegan y se divierten
Villar del Águila lo tiene como santo patrón. Se celebra en el fin de semana más próximo al día veinte de enero y, el viernes por la tarde, San Sebastián es traslado desde su ermita al templo parroquial. Al anochecer, se enciende una tradicional hoguera frente a la iglesia donde es costumbre asar viandas procedentes del cerdo que son compartidas por todos los asistentes y ya, el domingo al mediodía, tras la misa, tendrá lugar la procesión con ofrecimientos durante la cual, el santo, recorre puerta a puerta todas las casas del pueblo reuniéndose, después, los vecinos que lo desean, a compartir una comida de hermandad a base de caldereta.