Vídeo. Camareras de Jesús Caído y la Verónica.

A Gracia María Picazo Sanchíz, farmacéutica de profesión con trabajo en Madrid, sus padres le dieron la gracia del cielo llenándole el biberón con cuarto y mitad de pasión procesional porque, el cuerpo, desde su nacimiento, vino ya con las esencias de la virgen patrona de Belmonte, la Virgen de Gracia. Menudo poderío adquirido cuando no levantaba tres palmos del suelo. “La camarera es mi madre, Encarnita, que lleva unos 40 años en esto de vestir, desvestir, limpiar y guardar enseres pero, los 31 años que tengo, pegados a ella, me han hecho absorber como esponja todos los conocimientos necesarios para ser una buena ayudante de camarera”, dice Gracia a la que entrevisto pasadas las diez y media de la noche, nada más llegar a su casa tras la jornada de trabajo.
“Mi madre me ha enseñado el amor con el que hace las cosas. El amor y la dedicación que pone en todo lo que hace y, con el paso de los años, pues créeme si te digo que no me acuerdo de mi primera imagen a los pies de las Verónica pero, imagínate que ya estaría con meses y, con uno o dos años, pues tirándole del vestido. Me quedo con el amor con el que hace las cosas y la dedicación que es lo que más me ha transmitido. Es un reencuentro en la cuaresma, en la función y a lo largo del todo año porque cada mes, cada mes y medio o cada 15 días, hay que dar una vuelta y comprobar la ropa, que todo esté bien, en orden y en su sitio”.

En el video, grabado en el año 2009, se te ve llevando en brazos a una niña de unos 3 años: “sí, es algo que también me ha enseñado mi madre porque, ella, desde que me acuerdo, siempre le ha gustado acercar a los niños de los hermanos, o amigos, acercar a los niños a las imágenes. Muchos padres le hacen la foto en ese primer momento y, luego, la van repitiendo a lo largo de los años y resulta emocionante ver la evolución, ver el transcurrir del tiempo. Pretendemos crear cercanía, que los niños se familiaricen con las imágenes y, esa niña a la que te refieres, es Paula, la hija de Sara, presidenta de la Archicofradía de Paz y Caridad que, este año, ha entrado en la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías. Es que, somos una piña. Antes, durante, después, cuando se ponen en andas y hasta que se guardan estamos todos juntos y, paula, será una maravillosa camarera del Ecce Homo”.
Tanto Jesús Caído, como la Verónica, son imágenes de vestir y, digo yo, que algunas dificultades tendrán hasta ponerlas como vosotras queréis. “La dificultad en Jesús Caído, y me lo ha dicho mil veces mi madre, viene dada por la postura que tiene y, por eso, la dificultad está en el brazo caído. Pero es fácil. Lleva una camisa y la túnica bordada que pesa mucho por eso, por los bordados pero, la mayor dificultad llega cuando mi madre le pone el velo blanco a la Verónica. Y digo mayor dificultad por decir algo porque la verdad es que, a mi madre, se le van las manos. Van solas. Ella siempre dice que la Verónica o la Amargura llevan su sello, sus manos. Tiene un arte especial sobre todo con la Verónica que lleva su sello de identidad”, dice Gracia que rompe a reír cuando le recuerdo que, su madre, antes de ponerle el velo blanco, al tiempo que le hace los último retoques le va diciendo Ahora viene lo complicao. Tú verás lo que haces. O me ayudas o ya veremos… Y es que hay que ver a Encarnita, la camarera de la Verónica, tratando a su Virgen como si fuese Gracia con unos añitos o haciendo soplar a varios niños para comprobar el movimiento del velo.

Las ropas se guardan en un armario situado en el coro, en el camarote de la iglesia de El Salvador. “Sí, antes lo guardábamos en la Puerta de Valencia y subíamos todo en canastas, que eran tan grandes, que me tumbaba en ellas. Ahora lo tenemos todo aquí, ahí arriba, con cercanía, muy cuidadas porque en el armario hay sitio suficiente para todo. En el armario y en los cajones para que no se deteriore nada”
Uno no sabe hasta qué punto se es consciente de que vestimos imágenes que serán vistas por miles de ojos. En este caso, Jesús Caído y la Verónica, va detrás del Jesús en la procesión Camino del Calvario. “Pues no lo sé. Es algo que no me había planteado nunca. Es que como vengo de donde vengo…es que mis padres llevan toda la vida en esto. Mi padre es el capataz desde hace muchísimos años y, el paso, la procesión, tiene algo tan especial para mí que el resto se me olvida. Además, nuestro paso, es el símbolo de la juventud de la Hermandad. Resulta todo muy cercano”
Gracia no contempla la procesión desde la acera. Va dentro de ella bajo el capuz morado abriendo pasiones en canal por ser una privilegiada en la forma que ha vivido la Semana Santa desde la cuna. “Sí que lo soy. He vivido la Semana Santa con mis padres y, también con ellos, mi vinculación con otras hermandades. No imagino vivirla desde la acerca. Mi deseo es siempre el mismo, estar dentro de la procesión y desde el interior de mi capuz morado, mirar las cosas de otra forma. Mirar hacia atrás, mirarla, contemplar cómo mueve el viento el velo de mi Verónica y cómo se riza el sudario calle arriba”.
El pasado año no hubo procesión por culpa de la lluvia y, este año, por culpa de un maldito virus que lleva corona. “Qué pena. Nadie se imaginaba que fuera a pasar esto. Nosotros vivimos todo el año para nuestra Semana Santa y, si me apuras, mucho más los que vivimos fuera porque la esperamos con más ganas, con mayores ilusiones y por los encuentros de hermandad. La procesión es la máxima exposición al público, como hermandad, después de un año de preparativos. Da mucha pena no poder vivirlo ni compartirlo con los hermanos del Jesús. No hay procesión, sí, pero hay Semana Santa”
José Luis Muñoz Martínez
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