Los años 50

Los años 50 de la hambruna y pobreza se caracterizan, además de por eso, por la ayuda americana a partir del año 1953 en el llamado Plan Marshall. En esa España de emigrantes llega, desde Ávila, en 1958, don Lucio Navarro que había ingresado en el Cuerpo de Directores de Bandas Civiles, por oposición, en el año 1941. Había logrado la plaza de director en Ávila en el año 1945 y se presentó a la plaza vacante de Cuenca por fallecimiento de su titular don Jesús Calleja. Su nombramiento se publicó el 3 de diciembre de 1957 y, don Lucio, se incorporó a la Banda en los primeros meses de 1958 dirigiendo, su primer concierto, en el templete de la música del Parque de San Julián el domingo 27 de Abril como recogía la prensa y radio local en esas fechas. Una etapa en la que, la Banda, la componían unos 40 músicos aunque, al margen de ello, acudía a la Academia una veintena de jóvenes a recibir clases de solfeo aunque contaba con otros 17 educandos que tocaban instrumento.
Los 75 años y el “Canto a Cuenca”

Doce años más tarde, en el año 1970, con motivo de cumplirse el 75 aniversario de la fundación de la Banda de Música de Cuenca, se organizaron varios actos coincidiendo con la festividad de Santa Cecilia, patrona de los músicos: el día 21, retreta en distintos lugares de la ciudad y misa solemne en los Paúles en la que intervino, junto a la banda, la Schola del Seminario interpretando motetes del padre Muneta y ya, el día 22, el concierto en el teatro cine Xúcar interviniendo, junto a nuestra Banda, la de la Academia de Infantería de Toledo dirigida por el capitán José López Calvo. Un concierto en el que también actuó el joven concertista Ismael Martínez y la Schola de los padres Paúles en el estreno de la obra “Canto a Cuenca” con letra de Miguel Gallego Calvo: “hace años, 15 o 16, Pepe, José López Calvo, terminaba su carrera de composición y me pidió que le hiciera una letra para un himno a Cuenca. Lo hice como amateur. Soy aficionado. Era muy joven pero lo hice en Cuenca, una ciudad a la que amo. Quise expresar lo que para mí es Cuenca. Ese silencio, roca, agua y pasado que tenía porvenir”, dice Miguel Gallego.
La música la puso José López Calvo cuyos inicios en la banda de Cuenca fueron duros según cuenta: “don Jesús Calleja no confiaba mucho en mí y, sin embargo, fui el mejor bajo de España”. Puedes leer la entrevista realizada en Marzo del 2018 pinchando aquí
El padre Muneta, que dirige los coros, se encuentra feliz: “me satisface porque tiene elementos muy buenos. Muy conquenses como el Mayo y el Miserere que, para un conquense, lo vive como algo muy propio. También tiene una buena orquestación en el comienzo hasta adentrarnos en el Himno que comienza con “Cuenca, sinfonía en piedra, te bañaste en silencio de luna…”

Don Lucio Navarro prepara la parte instrumental: “un canto que me gusta mucho. La partitura es muy buena. En la introducción, lenta, destacan los trombones (Miserere), las trompetas con los mayos…hay que estar con atención para que no pase desapercibido todo esto”, decía Lucio Navarro antes del concierto.
Estamos ahí, en el año 1970 con motivo de celebrarse el 75 aniversario de la creación de la Banda de Música de Cuenca, nacida al amparo del Ayuntamiento. Andrés Moya, alcalde de la ciudad en estas fechas, sentía satisfacción -junto al resto de conquenses- por lo que suponía esa celebración que iba íntimamente unida al espíritu y sensibilidad de un pueblo como el de Cuenca. “Por eso se ha ido creando un cierto acercamiento a la música. Por el paisaje y la armonía que todo ello supone. En 1895 irrumpió en las calles la Banda de Música de Cuenca en esa época en la que no existían los medios actuales de difusión. Era un gran acontecimiento disponer de esa Banda en los conciertos y pasacalles en la glorieta, en el actual parque de la Diputación… son actuaciones recordadas por nuestros mayores y, los menos mayores, por las actuaciones en el Parque de San Julián”, decía. “Quiero ver en estos años la importancia que Cuenca ha ido adquiriendo con todo ello, con la música. El Ayuntamiento, que valora el impacto que la música tiene para el pueblo, está estudiando la creación de un conservatorio de acuerdo con la Comisaría de la Música, para que la academia actual se vaya adaptando al futuro. Para que nuestros escolares, puedan hacer sus estudios en Cuenca”, añadía Andrés Moya.
De los años 80 al 2004. De Carricoba a Aurelio Fernández Cabrera

Diez años pasan como un suspiro y, en 1980, llega el gallego Aníbal Carricoba que, antes de dirigir nuestra Banda, había realizado la carrera de trombón y composición en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid finalizando, ambas, en 1962. Durante treinta años colaboró con las orquestas sinfónicas que había en Madrid, incluidas la Orquesta Nacional y la de RTVE. Participó en varios programas de TVE. Tocó, asimismo, en el Teatro Calderón acompañando a grandes artistas del momento iniciando su carrera como director siendo, su primer destino, la Banda Municipal de Cuenca en la que permanece un año ya que, en 1981, es destinado a Santo Domingo de la Calzada.
En 1981, Aurelio Fernández Cabrera llega a Cuenca procedente de Alcázar de San Juan encontrándose, aquí, a una banda envejecida y, casi casi, en rebeldía al no querer, algunos de sus componentes, adaptarse a nuevas normas y conceptos.
Aurelio había recibido clases de los grandes nombres de la música en su época de mocedad: Victorino Echevarría, Jesús Arámbarri, Federico Sopeña, García Asensio o Ricardo Dorado. Figuras de gran talla, algunas a nivel mundial, que dan prestigio a la 63ª promoción de la que, Aurelio, obtiene el número 1.
Para Aurelio, llegar a la plaza de Cuenca en 1981, supone el final de una carrera. “Es decir, a la puesta en marcha, a llevar a la práctica el rendimiento y sacrificio de los años de estudio” en una ciudad que vivía, cómo no, la movida de la década prodigiosa.

“Me encuentro con una Banda insubordinada y muchas más cosas que impedían que, de alguna manera, pudiera llevar a cabo lo que buenamente pretendía al tomar posesión como director de la Banda. Era una especie de motín manejado por los más veteranos que, incluso, me llegaban a decir que, tal obra, la interpretaban de una manera y que se negaban a que se hiciera de otra. Las cosas se fueron suavizando porque, ellos, no eran funcionarios pero yo sí. Incluso hubo alguna vez que tuve que quejarme en el mismo Ayuntamiento por problemas casi insuperables, y tener que pasar el trago de que, un concejal de turno, bajara hasta el Almudí para hablar con los compañeros músicos para que entraran en razón. Don Lucio era un hombre ya mayor, tenía ganas de jubilarse y le hicieron hasta de llorar en alguna ocasión, sí, en algún ensayo salió llorando”, aclara Aurelio Fernández Cabrera que abrió ventanas, de par en par, para que entrara aire fresco en aquella de los primeros años 80. “En la Academia puse a dos profesores músicos, luego a 3 profesionales para que dieran clase. Se apuntaron muchísimos jóvenes. La pena es que, en la actualidad, no queda ninguno delos que yo cogí por razones de edad, claro. Impartían clase en el Almudí, sin medios, sin calefacción, con una estufa, mucho frío y, por fin, pude organizar una Banda que estaba muy bien”, dice Aurelio que tiene un buen número de composiciones escritas, todas ellas, para la Semana Santa o desfiles procesionales. Más de 17 premios como el conseguido en Sevilla del 92 y obras como “Cristo del Olvido” que siempre, siempre, le impresiona. “No era fácil eso de ponerte delante de un papel pautado y a ver como empiezo. Lo hacía cantando, tarareando y, poco a poco, iba cogiendo forma hasta el final que, siempre, requería correcciones”.
Aurelio tiene muy buenos recuerdos de su etapa en Cuenca. Unos años que van de 1981 al 2004 en el que recoge la batuta Juan Carlos Aguilar. “Es que he trabajado con mucha ilusión, creo que hice una labor interesante y los 125 años que cumple la banda, pues deseo que se le sumen otros 125, como mínimo, desde estas fiestas de la navidad de este año marcado por el Coronavirus. Felicidades en estas fechas navideñas” dice en la entrevista mantenida por teléfono porque, Aurelio Fernández Cabrera en estas fechas reside en Madrid. Fechas en las que, Juan Carlos Aguilar, director actual de nuestra banda, no para de dar forma a los conciertos pendientes en la iglesia de San Andrés y, el día 23, si todo va bien, en el Auditorio.
La etapa actual. Juan Carlos Aguilar.
La historia de Juan Carlos Aguilar, aunque antes, comienza el 4 de noviembre el año 2004 cuando, recién jubilado Aurelio Fernández Cabrera, se presenta a las oposiciones para cubrir la vacante de director y aprueba. Antes, en la Academia, devoraba conocimientos como podía porque no existía el conservatorio y, cuando llegó, tuvo que examinarse los primeros años, “por libre”, recordándome cómo, años antes, otros hacíamos lo mismo en Magisterio. Luego se matricula y finaliza los estudios de clarinete, armonía, contrapunto, fuga y composición. Todos los condimentos para hacer una tarta, en clave, entre cinco líneas y cuatro espacios. De hecho, hizo varias tras curtirse en la Banda de Honrubia y en la de San Lorenzo de la Parrilla a la que iba con el trompeta, y también compositor, Julián Aguirre.
“Es un orgullo y una responsabilidad” dice Juan Carlos cuando comento, con él, lo que supone ser profeta en su tierra. “Ten en cuenta que después de 34 años como clarinetista de la banda, de estar con los compañeros pues supone eso. Una responsabilidad grande aunque la llevo bien porque, como siempre me ha gustado todo esto, lo de los conciertos, las fiestas pues, ahora, me toca vivirlas de otra manera más responsable”, comenta entre risas.

La verdad es que detrás de la figura de un director de banda, “del que lleva el palito”, dice, hay un trabajo que comprende ensayos, buscar obras, transcribir, copiar otras de autores que las entregan manuscritas…detrás de cada actuación hay mucho trabajo y, encima, para los que estamos lejos de este mundillo, hay que adaptarlas a cada familia de instrumentos. “Claro. El problema de la banda es que hay muchas familias de instrumentos y, entre ellos, los hay que son transpositores (refiere a un instrumento para el cual, la altura de la nota que suena, no corresponde a la altura de la nota escrita). Si un clarinete toca un do y una flauta de pico toca otro do, no suenan igual, pero, claro, esa, entre otras, el que suene todo bien es labor del director”. Director que, por cierto, no tiene por qué componer partitura alguna aunque, si llegara a hacerlo, como es el caso, supondría una pequeña ventaja al mirar la partitura de otra manera.
Uno, que recuerda multas en los años 70 del pasado siglo, por no asistir a los ensayos o a una procesión, pregunta si, ello, sigue vigente. “Ahora, la Banda se ha adaptado a las situaciones históricas o a lo que el Ayuntamiento le obliga al no ser, los músicos, personal de plantilla. La banda ha sido cooperativa y, ahora, una Asociación que, por prestar servicios al Ayuntamiento, recibe una contraprestación económica con la que se autogestiona. Y claro, tenemos un reglamento que tipifica prácticamente todo. Por eso, el que falta a un acto tiene una sanción que dependerá de lo grave que sea la falta.
La mujer se incorpora tarde a la Banda de Música de Cuenca porque, sobre ella, antes de los años 70, recaía un lastre muy grande por la condición de ser mujer aunque cinco años más tarde, la situación sobre ella es más liberadora. “Llega tarde, sí. En el año 1978 comencé los estudios en la Academia Municipal de Música, que funcionó hasta el 2000, y recuerdo que se decía que no, que la mujer no formaría parte por el hecho de ser mujer. Se casa, embarazos etc y no podria actuar. Cuando vino Aurelio Fernández Cabrera ese asunto se quitó y entraron las chicas siendo, la primera de ellas, Encarnación Quejido Ávila que tocaba el oboe”.
Lo que más responsabilidad recae, sobre un director de banda, es el concierto aunque todo lo que se haga, se quiere que salga perfecto. “Hacer una procesión a las 12 de la noche, casi sin luz y con frio influye mucho porque, las ganas y las circunstancias, no son las mismas. Para los músicos lo más cómodo es tocar sentado aunque tiene más responsabilidad que un pasacalles,” aclara Juan Carlos recordando la mala fama que tenía la Banda, en los 80, entre ciertas personas: “no sé por qué pero nos decían que éramos unos gandules. Un Martes Santo que íbamos tocando, pues se terminó la marcha y, en ese mismo momento, un señor soltó en voz alta que habían terminado los gandules. Y claro, uno de los músicos de más edad se encaró, volaron los instrumentos, tuvieron que ir a declarar… Después de aquello, ha pasado el tiempo y, a fecha de hoy, nos sentimos queridos y respetados”.
La profesionalidad solo la encontramos en las grandes bandas. “en la de Cuenca hay gente que tiene titulación superior y otros están con estudios de conservatorio. Es de lo que se nutre. Ya he dicho que, en los 80, estaba la Academia Municipal de Música a la que íbamos, que era gratis y, en ella, se nos formaba solo para ser miembros de la Banda. Comenzabas con solfeo, instrumentos y a tocar en la Banda pero, en el 2000, y desaparecer la Academia, se crea la Escuela Municipal de Música con estudios enfocados para estudiar música y, los que quieren venir a la Banda, aportan el instrumento con el que tocarán”.
La Banda de Música de Cuenca es un vivero de músicos porque, por ella, han pasado muchos e ilustres músicos como José López Calvo, el actual director del Conservatorio, Alfredo González, Julián López Elvira que está en la banda de Madrid…es un vivero, sí”.
El Coronavirus
Este año de Coronavirus pasará a la historia como pasó la mal llamada gripe española del 18. Las diferencias entre aquélla y la actual, cada vez menores, por cierto, se centran en la hambruna y la pobreza de entonces frente al caos de la civilización actual y sus dirigentes que, al margen de las colas del hambre, nos tienen comiendo incertidumbres todos los días. Hay Coronavirus, sí, y hay daños colaterales como en las películas de acción. “Sí, nosotros, desde Marzo en que se declaró el Estado de Alarma, tuvimos que suspender muchas cosas: la Semana santa, las fiestas de los diferentes barrios, los conciertos de verano etc. En Junio comenzamos a ensayar en la sede aplicando todas las medidas de seguridad y, la solución, la hemos encontrado en dividir a la banda por secciones pequeñas para poder ensayar y cumplir algunas obligaciones. Hicimos un concierto en Agosto, en el Instituto Alfonso VIII, grabamos sin público en el auditorio, la Noche del Patrimonio etc pero, la realidad es que hemos suspendido muchas actuaciones. Ante ello, se puso a nuestra disposición la inglesia de San Andrés y, allí, estamos actuando ahora con grupos de cámara: metales y clarinetes aunque, si todo va bien, el día 23 haremos un concierto de Navidad en el Auditorio con aforo reducido”.
Banda de Música de Cuenca en el 125 aniversario de su creación. Reinventada año tras año y, sobre todo, añorada cuando no ejerce la función social que ejecuta, sin saberlo, al transmitir sentimientos y sensaciones que solo la música puede abrir en canal cuando se envuelve en el ruido de una horquilla golpeando el suelo.
José Luis Muñoz Martínez
Audios
Andrés Moya
Lucio Navarro
Padre Muneta
Miguel Gallego Calvo
Canto a Cuenca
Lucio Navarro