Carlos A. Guerra al órgano de La Abadía. Variaciones de Sweelinck
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En el acto en el que ADESIMAN presentó su Plan de Sostenibilidad Turística en el escenario, salón de actos de la Abadía de Jábaga, Carlos Arturo Guerra, organista de la Catedral de Cuenca, abría boca con dos magníficas interpretaciones al órgano pintado por Jesús Mateo, hijo. De las dos, os ofrecemos estas «Variaciones» de J. P. Sweelinck pero, ¿Quien fue Sweelinck?
Sweelinck nació en Deventer, Países Bajos, en 1562; hijo mayor del organista Swybbertszoon y de Elske Jansdochter Sweeling.
Trasladada la familia a Ámsterdam, poco se sabe sobre su educación musical después del fallecimiento de su padre. Según Cornelis Plemp, un alumno y amigo de Sweelinck, comenzaría su carrera en el año 1577, con apenas quince años, de cuarenta y cuatro como organista de la Oude Kerk.
La primera publicación data entre 1592 y 1594: son tres volúmenes de canciones, el último de los cuales es el único que fue reimpreso en 1594. Por razones desconocidas, el compositor decidió cambiar su apellido por una variante del de su madre, en vez de usar su apellido paterno Swybbertszoon. «Sweelinck» aparece entonces por primera vez en la carátula de la publicación de 1594.
Sweelinck se dedicó entonces a publicar salmos, con el objetivo de publicar el salterio en su totalidad. Son obras que aparecieron en cuatro grandes volúmenes publicados en 1604, 1613, 1614 y 1621.
Organista de formación, Sweelinck fue un gran improvisador, y sus contemporáneos dieron en llamarlo el “Orfeo de Ámsterdam”. Sweelinck representa el cenit de la escuela neerlandesa de instrumentos de teclado, y una de las más grandes cumbres en complejidad y refinamiento del contrapunto en el barroco temprano; algunos especulan que muchas de sus obras para teclado estaban destinadas a servir como material de estudio para sus alumnos. Fue uno de los primeros en escribir fugas para órgano, obras que comenzaban con un tema simple al que se le agregaba textura y complejidad hasta un clímax final y su resolución; esta forma musical fue perfeccionada por varios músicos del barroco hasta culminar en la obra de Joham Sebastian Bach. También habría sido el primero en usar la pedalera del órgano para asignarle una voz de la fuga.