Por acuerdo de consejo de gobierno, el lema del día de Castilla-La Mancha fue tierra de principios y gente de valores. Como valores que identifican la región se citaban los de igualdad, respeto, justicia, progreso y libertad. Mencionar la igualdad como rasgo de la región es un desvarío. Porque esa ansiada igualdad no existe en la comunidad de forma real y efectiva.
El presidente Emiliano García Page sabe, o debiera saber, que es la desigualdad uno de los rasgos más notables de la región. Las encuestas sobre distribución de ingresos ponen de relieve que los ingresos medios más elevados (mayor igualdad), se dan en el País Vasco, Navarra, Madrid y Cataluña. Por el contrario, Castilla-La Mancha se encuentra entre las cinco autonomías con más desigualdad de ingresos.
En consecuencia, mientras que el promedio de población en riesgo de pobreza en España es del 20 por cien, en Castilla-La Mancha es del 26,1 por cien. Un porcentaje de población en riesgo de pobreza más elevado que el 14,5 por cien de Cataluña, el 14,8 por cien de Madrid, el 12,2 por cien del País Vasco, o el 10.9 por cien de Navarra. Son 545.229 las personas de la región que viven con bajos ingresos, o sufren privación material severa, o viven en hogares con una intensidad de empleo muy baja. A lo que habría que añadir que el 18,7 por cien de los hogares y el 16,5 por cien de la población castellanomanchega están excluidos del sistema público de salud.
Los datos sobre la desigualdad, que el presidente Emiliano García Page oculta a la ciudadanía con su relato de que la región está “a la cabeza de la igualdad”, ponen de relieve el insaciable afán de propaganda del gobierno regional. ¿De que sirve mentir? Con su ceguera ideológica el presidente persigue finalidades diversas. Impidiendo que circulen los datos sobre la desigualdad, pretende encubrir la realidad y hace creer a las gentes que todo está bien. Además, logra generar un clima de estabilidad y confianza en el gobierno regional, subrayando el contraste entre Castilla-La Mancha donde reina el consenso y la política nacional con altos niveles de enfrentamiento y crispación.
Si tiene éxito en su manipulación, la Junta de Castilla-La Mancha consigue que la gente no se atreva a quejarse de las injusticias ni a exigir sus derechos. No obstante, lo grave de esta estrategia dirigida a ocultar que la región ocupa en España el penúltimo lugar en el índice de progreso social y el lugar 146 en la Unión Europea, no es que esté falseando la realidad, sino que está impidiendo adoptar las políticas adecuadas para promover unas condiciones que favorezcan el progreso de la igualdad y la libertad de forma efectiva. Si el gobierno de García Page pretende el desarrollo y la cohesión social debe, partiendo de los datos existentes, diseñar los programas regionales y dirigir los fondos de la Unión Europea hacia aquellos territorios que la Comisión Europea señala como «zona a» (caso de Cuenca), con vistas a mejorar los niveles de vida de la ciudadanía.
Opinión de Fernando Casas Mínguez