Dos conquenses en el Sáhara. Última jornada desde Ifrane a Nador y, ya, en el barco hacia Almeria
Luis Lapeña y Manuel Sanz
Hemos salido esta mañana, tempranito, del lago Akelame de Sidi Alí, que como recordarán está en una zona impresionante, salimos del hotel construido de madera de cedro y nos dirigimos hacia el norte, dirección Nador.
Lo primero que nos hemos encontrado ha sido el Atlas en el que esperábamos encontrar nieve pero que, debido a las buenas temperaturas, ni un copo de muestra aunque creo que, por aquí, hay una pequeña estación de esquí para practicar este deporte.
¿La sorpresa, sorpresa?, pues ha sido la gran cantidad de monos que hay en la zona más alta. Monos e Berbería que se acercan a los coches porque, la gente, desde hace años, les dan chucherías o vete tú a saber y, así, en el momento en el que te ven, van a por ti a pedir caramelos o comida. Hay que tener cuidado porque son muy avispados y, al menor descuido, te roban la gorra o el móvil. Los hemos encontrado
en un bosque de cedros cercano a Ifrán. En el Parque Nacional, un área protegida en la cordillera del Atlas medio, cubierta de bosques como el cedro del Atlas.
Superado el Atlas, nos hemos dirigido hacia la población de Ifrane que es la pequeña Suiza marroquí. Un contraste tremendo porque, imagínate que es una zona en la que hay cantidad de chalets adosados, con tejados y vertientes a dos aguas, estilo europeo, y una zona de alto nivel económico. De hecho, en esa población, pues está el Palacio Real y una universidad, Al Akhauayn, de bastante renombre donde hay montones de residencias universitarias para alojar a estudiantes de niveles económicos altos, muy altos. Parece otro mundo porque, aquí, se ve un nivel económico tremendo y ya no aparecen los niños a pedir cosas. También hemos visto una escultura, en piedra, que intenta recordar el último león africano que se mató aquí, en Marruecos, con lo que, esa especie, se extinguió en este país.
Ifrán tiene unos 15.000 habitantes, se sitúa en una zona montañosa a 1.713 metros de altitud y posee un clima frío, lo que ha influido en ese urbanismo de estilo centroeuropeo como digo.
Bueno. Después cogimos la autovía A-2 que es como las nuestras. Impresiona encontrarte eso porque, todo el resto de vías por las que hemos transitado o visto, son carreteras en bastante mal estado.Y en este trayecto, dirección Nador, llama la atención los cultivos inmensos, inmensos. Llanuras inmensas que hay de olivos, con riego por goteo que, en unos años, pues tendrán una producción aceitera importantísima que seguro que competirá con España.
Ya en Nador, tras una merienda cena, hemos embarcado tras pasar todos los controles de aduana: pasaportes que siempre te ponen un poco nervioso porque no sabes qué puede ocurrir en el último momento así que, todo se ha superado y, sin problemas, estamos ya en el barco, alojados en los camarotes por lo que, mañana, llegaremos a Almería, desayunaremos en el puerto y carretera y manta para intentar llegar a comer a Cuenca.
Y se acabó. Intentaremos volver a repetir la experiencia el año que viene porque, ya, el grupo lo está planeando por Sidi Ifni, por toda la costa de Casablanca, Marrakech… Hay que empezar a ahorrar porque, la experiencia, ha sido inolvidable gracias a Luis y al jefe, a Manolo Plaza que ha sido un anfitrión excelente.