Desde el 26 de abril hasta el 30 de junio, la Fundación Juan March presentará la exposición “El pequeño museo más bello del mundo”. Esta muestra trae a Madrid las obras y los artistas que protagonizaron un capítulo ineludible de la historia cultural española reciente: la creación del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca.
El artista Fernando Zóbel fundó esta institución en 1966, situando en la ciudad de Cuenca el primer museo de arte contemporáneo de nuestro país y un espacio de libertad creativa.
Esta muestra contará con obras de algunos de los principales exponentes de la abstracción española entre los años 50 y 80, como Eduardo Chillida, Antoni Tàpies, Jorge Oteiza, Pablo Palazuelo, Antonio Saura, José Guerrero,Fernando Zóbel, Gustavo Torner, Eusebio Sempere, Modest Cuixart, Elena Asins, Eva Lootz, Soledad Sevilla o Miguel Ángel Campano. Todas las obras fueron coleccionadas por Fernando Zóbel, artista de cuyo nacimiento se cumplen cien años este 2024.
El Museo de Arte Abstracto Español nació para contrarrestar la casi total carencia de museos de arte contemporáneo en la escena española, y se convirtió en uno de los primeros espacios creados y gestionados por artistas del mundo. Con la ayuda de Gustavo Torner, Gerardo Rueda, Manolo Millares, José Guerrero, José María Yturralde o Jordi Teixidor, entre otros, el museo el Museo de Arte Abstracto Español se anticipó a los primeros artist-run spaces (“espacios dirigidos por artistas”) surgidos en los años 70 del pasado siglo.
“El museo supuso un espacio de libertad en la España de entonces”, explica Manuel Fontán del Junco, director de Museos y Exposiciones de la Fundación Juan March. “Libertad para ‘aprender a ver y enseñar a ver’, como decía Zóbel; libertad para conocer y contemplar el arte abstracto en el espacio más propio para su exposición: el ‘cubo blanco’ característico de los espacios museísticos modernos”
El equipo curatorial de esta exposición está formado por los comisarios Manuel Fontán del Junco, director de Museos y Exposiciones de la Fundación, Celina Quintas, responsable del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y la historiadora del arte norteamericana Anna Wieck.
Además de una amplia selección de pintura, escultura, dibujo, gráfica y libros de artista de la colección de Zóbel, la exposición contará con material fotográfico y documental sobre la historia del Museo de Arte Abstracto Español.
La exposición “El pequeño museo más bello del mundo” estará acompañada por una publicación con ediciones en español e inglés, que incluye textos de María Bolaños, Manuel Fontán del Junco, Ramón González Férriz, María Dolores Jiménez Blanco y Santos Juliá.
Un museo de artistas para un país de artistas sin museos
“El pequeño museo más bello del mundo” recordará un momento complejo y fascinante de la historia cultural de nuestro país: la creación del Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas del siglo XV en Cuenca.
La fe pionera de Fernando Zóbel (Manila, 1924 – Roma, 1984) en los artistas abstractos se materializó en un espacio insólito, que pronto tuvo un enorme eco nacional e internacional. El joven museo, nacido de la iniciativa personal de un artista, creó un espacio de libertad independiente del régimen político.
El proyecto de Zóbel reafirmó a toda una generación de pintores y escultores, preparó a las siguientes y produjo todo un público nuevo. España no contaría con museos de arte contemporáneo hasta después de su transición democrática, más de veinte años después de aquella aventura única y original.
Durante las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado, Eduardo Chillida, Jorge Oteiza, Manolo Millares o Antoni Tàpies cosechaban elogios en las Bienales de São Paulo (1957) o Venecia (1958). Esos éxitos y los esfuerzos de la diplomacia cultural del régimen culminaron en exposiciones sobre arte español celebradas en Londres (en la Tate Gallery) y en Nueva York (en el MoMA y el Guggenheim Museum).
Mientras la obra de los artistas abstractos españoles generaba interés en el escenario internacional, casi no existían instituciones dedicadas al arte contemporáneo en España. En consecuencia, tampoco existía un público interesado en estos pintores.
Ante el aislamiento cultural de la España franquista y la ausencia de infraestructuras para el arte contemporáneo, Fernando Zóbel comenzó a coleccionar la obra de los artistas abstractos de su generación. Así, acabó creando “un museo de artistas en un país de artistas sin museos”, como señala Fontán del Junco en el catálogo que acompaña la muestra.
En una visita a Cuenca, ciudad natal del pintor Gustavo Torner, Zóbel conoció las Casas Colgadas, vacías y aún sin destino claro. Logró que el Ayuntamiento de la ciudad se las cediera a cambio de un alquiler simbólico, para crear en ellas un museo con su colección.
En 1966, el museo se inauguró con una museografía austera e innovadora. Algunos elementos arquitectónicos originales se conservaron, como todavía hoy se conservan: los artesonados, las yeserías y las pinturas murales góticas, que cohabitan con la abstracción gestual y geométrica del siglo XX.
Los catálogos de las primeras muestras ya eran bilingües y relataban la incipiente creación de un museo cuyos artistas se definían como herederos de Miró y Picasso. Consciente de la función educativa del museo, Zóbel creó un Departamento de Gráfica en 1969, donde se promovió la producción de grabados, serigrafías y libros de artista. Estos facilitaron la difusión de las obras abstractas por todo el país, haciendo del museo una institución sin paredes.