Posiblemente, más de una década y media, ha pasado desde que la localidad de Cañete celebrase una Festividad del Pilar con cierta solemnidad. Por eso, la celebración en este año 2025 ha generado entre la vecindad y localidades de alrededor, una inusitada expectación marcada por la puesta en escena de unos actos religiosos y civiles donde la majestuosidad, el decoro, la implicación de un pueblo “volcado como siempre” en aquello que hace suyo, han sido protagonistas de una jornada inolvidable.
Sin duda, todo tiene su sentido. Cierto es que, los tiempos pasan y con el cambian las costumbres o se modifican los hábitos; cierto es también que las generaciones presentan otros valores que deben alternar con los existentes y adecuar los mecanismos ideales para que la sociedad conviva entre lo pasado y lo presente. Eso es así, por ley de vida.
Por eso, observar que mayores y pequeños, adultos y jóvenes, han compartido en una jornada completa, este pasado domingo día 12, festividad de la Virgen del Pilar y además, Día de la Hispanidad, un día de confraternización entre la guardia civil –con su puesto completo-, el Ayuntamiento, la parroquia y el pueblo, tiene que ser alabado y expuesto en página grande para mantener vivo el espíritu de esos actos que dejan huella.
Y para que una razón se imponga, o para que un proyecto novedoso salga, tiene que haber detrás alguien que lo identifica o que lo genera; sin duda, la figura del nuevo sargento de la Guardia Civil D. Román Fernández Chiclano, comandante actual del puesto de Cañete, ha sido clave para que nuevamente la festividad del Pilar, patrona del Cuerpo Benemérito de la Guardia Civil, fuera homenajeada con la mayor solemnidad posible, haciendo expresión de gozo y devoción entre la espiritualidad de un pueblo, el regocijo de una comunidad comarcal, la labor de un párroco en su oficialidad religiosa solemne, y el apoyo de todas las Cofradías que Cañete mantiene desde tiempos inmemoriales.
La misa mayor, en la parroquial de Santiago Apóstol, reunió a multitud de fieles, parroquianos de la villa y visitantes de los pueblos de alrededor. Autoridades municipales de Cañete, Salvacañete, Boniches, Campillos, la Huerta y otros, acompañaron la comitiva, y todos los estandartes de las Cofradías, Virgen de la Zarza, Santísimo, Costaleros, San Antonio, San Antón, Virgen del Carmen, banderín de la Guardia Civil, iniciaron una procesión en la que la imagen de Nuestra Señora del Pilar, portada por guardias civiles –solemnemente uniformados- recibió el aplauso de numerosísimo público que había asistido al oficio religioso o que esperaba ansioso en la calle para acompañar a ese comitiva. Era la primera vez que se realizaba de esta manera y con esta magneficiencia.
La procesión siguió su habitual recorrido, sin embargo, la llegada a la plaza mayor, cambió su acostumbrado paso para dirigir su trayectoria –por primera vez- hacia el lugar donde un mástil esperaba ansioso que una bandera, la de España, fuera izada en olor de multitudes y ante el aplauso de todo un público entregado a ello.
Un acto sencillo, pero grandioso, con acertado desfile, con respetuosa formación, donde los componentes de la guardia civil –perfectamente alienados y en desfile militar-, acompañados de los miembros de Medio Ambiente de la comarca, los voluntarios de Protección Civil –debidamente uniformados- y las autoridades, estuvieron en acertada formación, siguiendo los cánones protocolarios definidos, para hacer un acto, donde el Coro de Cañete, entonase su himno mientras la bandera ascendía hacia el cielo.
Los acordes de esas voces, las acertadas palabras del párroco, los pasos bien marcados del acuartelamiento, y la izada de una bandera que significa el sentimiento patrio del español, hizo compungir los corazones de todos los presentes, acompañando la solemnidad con la educación y el respeto que siempre define al cañetero. Luego, el homenaje a los Caídos, con la corona de laurel, el Himno de la Guardia Civil, debidamente cantado, y los rigurosos vivas canalizaron uno de los momentos más intensos que ha vivido Cañete en los últimos tiempos.
La procesión seguiría su acostumbrado camino, portada la imagen ya por devotos del lugar, cumpliendo esa trayectoria que se ha hecho común a lo largo de la historia, para volver a su casa, a la parroquial de Santiago, y finalizar de esa manera, un día especial, lleno de intensidad, de alegría y de gozo, porque las tradiciones que siguen siendo el Alma del Pueblo deben mantenerse y si es posible, crecer, porque eso reafirma la identidad de los pueblos. Los garantes del orden y la seguridad rural, han sido, son y seguirán siendo nuestros ángeles de la guarda, en el camino, en la montaña, en la calle o en el hogar, porque siempre estarán para el beneficio de una sociedad que sigue siendo deudora de un bien público y de una convivencia pacífica. Esa es la Guardia Civil. Y Cañete, lo sabe y como tal, se ha hecho eco de un deseo, lo ha vivido, lo ha apoyado y lo ha sentido, por eso, no tengo más remedio que volver a dar un ¡Viva Cañete! porque sus gentes, mis gentes, se lo merecen. Gracias Román y a todos tus números de ese puesto, por hacerlo posible y revivir páginas que habían perdido un poco de sentido.
Al final de la jornada, un ágape en la Serrana culminaría ese día especial de una Virgen del Pilar en Cañete, dueña y señora por ese día. Una imagen pequeña que tiene un alma grande en espiritualidad y devoción.
Por Miguel Romero Saiz