El concepto de riesgo es moderno está asociado a decisiones humanas. Implica hacer previsible las consecuencias imprevisibles de las decisiones. Significa el intento de nuestra civilización por controlar lo incontrolado, a diferencia de los peligros que son amenazas producidas por catástrofes naturales.

En nuestra sociedad capitalista los efectos de la gran transformación se reflejan en las características de los riesgos. En el pasado los riesgos eran localizables, afectaban a un círculo de personas y se circunscribían a un lugar determinado. Por ejemplo, los riesgos de un accidente en una mina eran calculables y quienes participaban en la producción eran los que soportaban las consecuencias de los riesgos.
En la época actual los nuevos riesgos son completamente distintos. Se caracterizan porque no respetan naciones, estados ni otras fronteras (Chérnobil, crisis financiera, Covid19). También son riesgos que suelen tener un largo periodo de duración y debido a la complejidad de los problemas y la amplitud de las cadenas de efectos no se pueden asignar las causas y consecuencias con seguridad.
Con los nuevos riesgos se produce una dicotomía entre los que producen los riesgos y los que deben soportar sus consecuencias. Como suelen ser numerosos los agentes causantes del desastre es mayor la posibilidad de que mientras nos instalamos en el colapso, nadie sea tenido por responsable.
Las personas afectadas por la contaminación, las quiebras financieras, la epidemia o por los apagones de luz tienen dificultades de obtener compensación porque son muchos los agentes que expulsan gases tóxicos, muchas las entidades financieras causantes de quiebras, muchas las compañías eléctricas que operan en la red y es complicado encontrar culpables a los que imputar responsabilidad y juzgar para exigir indemnización por los daños causados.
La irresponsabilidad organizada es la principal diferencia entre el riesgo del pasado (riesgo calculable) y la incontrolable sociedad de riesgo de las sociedades actuales. No fuimos capaces de prever unos riesgos de la magnitud de un Chernóbil, ni los causados por la crisis financiera, la pandemia de la covid19, ni el gran apagón del 29 de abril.
Como teorizó el prestigioso sociólogo alemán Ulrich Beck, pensar en que basta con tener más tecnología y conocimiento para tener controlada la situación es ilusorio. Los nuevos riesgos de la segunda modernidad escapan del seguro. Los grandes avances tecnológicos en la mayoría de los casos no tienen un seguro privado y posiblemente tampoco sean asegurables.
Por lo tanto, nuestras sociedades y las gentes que las habitan se enfrentan a unos retos para los cuales no tienen una institución capaz de ofrecer una respuesta a los riesgos que provocan, porque el crecimiento exponencial de las fuerzas productivas debilita los poderes de los estados y las instituciones básicas de la sociedad industrial. La inseguridad endémica será el rasgo distintivo que caracterice en el futuro el modo de vida de la mayoría de los humanos. No estamos preparados para lo que se nos viene encima: los riesgos globales de la nueva época.
Opinión de Fernando Casas Mínguez