Arturo Forriol Fuente había nacido en el año 1941 y, desde bien joven, se unió al negocio familiar que, teniendo la base en carretería, popularizó el apellido familiar: Forriol, moda para hombres. Pero, como repitió tantas veces, toda mi vida he pintado, pero más que coger los pinceles, o sea pintar físicamente, que lo he hecho durante cincuenta años, siempre he pensado cómo en un espacio concentrar una emoción. Nací en un momento delicado para ser artista, en una sociedad frenada a la innovación, a la libertad de expresión. Pero tampoco quiero ser héroe en nada, mi vida ha transcurrido saltando vallas de prohibición que superé con libertad, con acciones personales, información foránea, viajes y amigos con intereses estéticos de avanzados criterios del arte de mi tiempo.
A través de su web, presentó parte de una obra que, como dice, nace en los años 60 del pasado siglo. La forma de exponerla está justificada por experiencia personal, pues al visitar galerías en días normales, siempre estás sólo en un silencio soso, pidiendo permiso para entrar, en fin, como si fuera un templo al cual, después de la inauguración y de engullir los canapés, podrían cerrar. Sin embargo, cuando enseño mi obra en la pantalla de mi cámara fotográfica, tomando café con amigos o compañeros de tertulia, veo cómo pasa de mano en mano, cómo la valoran y con qué interés que incluso en ocasiones me compran. Les recuerdo que tengo amigos con buena educación, pero repito que, cuando me compran, lo considero el mejor aplauso.
Arturo Forriol, con su mujer, Bea, había creado un entorno en el Pinar de Jábaga en medio de una atmósfera desaliñada y elegante, diría él. He intentado imitar una visita mágica que hice con mis padres a una huerta, cerca del Júcar, cuando yo tenía diez años. He logrado mucho de ese sueño. Los verdes, los rojos, la luz filtrada, los espacios sugerentes y sólo le falta el sonido del agua, pero me resigno, pues no tengo cerca al Júcar.
Ahí, en el lugar de los sueños en el que concretaba emociones, había creado lo que llamó el Desván porque, como hiciera Antonio Pérez, ese Desbán es el resultado de 50 años de curiosidad, de descubrir, de visitar mercados. He acumulado mesas, cuadros, muebles, objetos singulares, cerraduras, pinturas de emergentes y de pintores consolidados, cerámicas populares, etc., etc., etc. También colecciones de libros de arte de ediciones cortas y muchos objetos y figuras de arte africano.
En este apresurado repaso por la biografía de Arturo Forriol Fuente, añadir que, en su dilatada vida empresarial, entre otros muchos cargos ocupó la presidencia a de CECAM (Confederación Empresarial de Castilla-La Mancha) y fue Vocal del Consejo Social de la UCLM en representación de la Asociación de Empresarios.
Desde aquí, nuestro más sentido pésame a toda la familia Forriol-Ruipérez