Siempre mujer rural, también cuando te despiertas en la selva de asfalto y no huele a tierra mojada, ni canta el gallo, ni observas un amanecer natural. Siempre mujer rural cuando afrontas con tenacidad cada dificultad en el día a día, cuando no encuentras los recursos y servicios que necesitas y buscas la forma de crearlos, cuando honras y enalteces los valores que llegaron hasta ti a través de la raíz más sagrada de la vida: la de tu madre, la de tus abuelas, bisabuelas y tatarabuelas. Ejemplo de trabajo y sacrificio, entrega y generosidad, dedicación y superación, fortaleza y persistencia.
Siempre mujer rural cuando en tu incansable lucha no te detienes en el camino, aunque las llagas revienten los pies, aunque el cansancio atenace el alma, aunque los objetivos tarden en alcanzarse. Todo llega para ti, que siembras semillas de esperanza y tomas la vida como viene.
Siempre mujer rural cuando reconoces el éxito en tu vida y la grandeza personal de quien consiguió ejercitar la fuerza de voluntad para el hacer cotidiano de las cosas pequeñas, que son tan importantes. Cuando te multiplicas demostrando que vales para todo lo que te propones, porque ya eres todo y no solo una mitad. Cuando haces las cosas por ti misma y te alegras de que tu baúl de experiencias mejore y aporte soluciones a la parte del mundo que te corresponde y que tú siempre transformas. La realidad de tus ojos de mujer no miente y dice que tu esfuerzo y valentía valen la pena.
Siempre mujer rural cuando la soledad forzada o elegida es tu compañera y con ella aprendes a hablarte bonito, a conocerte mejor y a afrontar nuevos retos. Cuando descubres que el miedo es solo una recreación de tu mente y vives desde el amor tu vida y tus proyectos, tus valores e identidad, tu luz como un destello inagotable y único de tu forma de ser.
Siempre Mujer Rural, cuando en el ritmo vertiginoso de la ciudad llevas contigo la paz, cuando en el ruido embravecido de los coches llevas el silencio, cuando ya no hay techo de cristal que te separe de las noches estrelladas del pueblo, cuando tu corazón late como semilla de esperanza y resiliencia por lo que eres, por lo que haces, por lo que tienes en tu vida. Siempre mujer rural cuando te reúnes con otras mujeres y compartes recetas tradicionales, tejes historias de ganchillo y sueñas con un futuro más justo y mejor, cuando eres tu propio refugio y parte presente de una comunidad. Cuando floreces y te apasionas, cuando caes y te levantas. Cuando emprendes y vives la sinfonía de la vida en plenitud y sin temor.
Todas tenemos un pueblo, o dos o alguno más donde aprendimos vivencias, compartimos conocimiento, tradiciones, sabiduría y valores que forjaron nuestro carácter; el que impregna la parte más bella de la sociedad.
Feliz Día Internacional de la Mujer Rural. Unidas avanzamos en derechos y principios, en conocimiento, en nuevas ocupaciones, en profesionalización de los cuidados, en reconocimiento al trabajo y esfuerzo realizado por tantas y tantas mujeres que nos precedieron. Somos semilla viva de esperanza. Todas somos siempre Mujer Rural.
Opinión de Yolanda Martínez Urbina