Sin duda, en uno de los barrios más carismáticos de la ciudad, Fuente del Oro; entre sus calles, jardines, setos, arboledas y paseos, un centenar de personas pusieron en valor el Vía Crucis de la Pasión, ese “Camino de la Cruz” que definió la vía dolorosa en Jerusalen, con sus catorce estaciones, donde la peregrinación siguió los momentos trágicos y sublimes de Jesús, haciendo de la religión católica, una clave de sentimiento y pasión.
Más de un centenar de creyentes, de todas las edades, vecinos y amigos de la Parroquia de Fuente del Oro, regida por D. Ramón Page pusieron en valor, con su excelente recreación, maravillosa interpretación y delicada puesta en escena, esta Vía Sacra, como una ruta de excepcional preludio a la Semana Santa conquense. Dos representaciones, el Viernes de Dolores y el Sábado, aglutinaron a cientos de personas, si cabe, llegando casi al millar, para recrear su espíritu al lado de quienes supieron poner las reflexiones y jaculatorias que definen los pasajes del Evangelio cristiano.
Una definición excepcional de un maravilloso grupo de conquenses, excelentes en su devoción desde el Pretorio de Pilatos hasta el monte Calvario. La iglesia acogió las voces, delicadas y sonoras del Coro Alonso Lobo, que hace todo con la maestría perfecta de quienes llevan dentro de sí, el valor de la música religiosa y la conjunción del conocimiento entre maravillosas notas de un canto gregoriano sin parangón.
Ambientación casi perfecta, entre el decorado natural y la adecuación del escenario, con acertado vestuario, bien trabajado, con luces, sonido y excelencia en esa puesta en escena, cuidada y bien hilvanada entre Emilio Palacios y Laura López, encargados de coordinar a un elenco de actores, protagonistas y figurantes, activos y deseosos de ofrecer su trabajo, su elaborado papel, para la satisfacción de los asistentes.
Cuenca, ciudad elevada en su particular Gólgota como esa Plaza Mayor de un Casco Histórico patrimonial, tiene como preludio a su Semana Santa, internacional y reafirmada, una escenografía particular en la que un Vía Crucis se desarrolla en este barrio conquense, el mismo que serpentea al lado del río Júcar, como esa forma de oración acompañada de meditación sobre los acontecimientos ocurridos en ese camino de Cristo; los mismos que se fueron intercalando en sus catorce meditaciones, llamadas “estaciones”, en un ejercicio de piedad marcado por escenas bien definidas.
En la Fuente del Oro, ahora en sus 43 años de existencia como barrio conquense, entre sus dos manzanas de origen: calle de San Damián y calle de San Cosme, entre sus jardines traseros, la arboleda del colegio, la ronda que le rodea y un sinfín de paseos, teniendo como principio y final su iglesia parroquial, se definió, entre este pasado viernes y sábado, a las nueve de la noche, dos representaciones que reflejan, una vez más, ese gran esfuerzo por hacer cultura e historia religiosa dramatizando en una escenografía poco usual aquel pasaje en el que “por envidia de los fariseos y la debilidad de Pilato, Jesús fue juzgado injustamente y condenado a muerte, entre el escarnio de una humanidad que deberá redimirse siempre”.
Enhorabuena a todo ese elenco de conquenses, a sus responsables y directores, a la labor ingente de un párroco que siempre pone su labor pastoral al servicio de todos y en especial a quienes entienden que el valor del mundo, como vida, depende de nuestros propios deseos por ser mejores y creer en las bondades de los demás. Una gran apuesta que merece ser reconocida, aplaudida y sentida, sobre todo esto último, sentida.
Por Miguel Romero Saiz