La verdad es que “cruzar el charco” es una bonita expresión, linda como dirían los latinoamericanos, que sirve para separar distancia por medio del océano Atlántico y a la vez, nos define la unión de corazones por lo que significa para quienes emigraron allá y desean venir acá.
Sin duda, la poesía latinoamericana, entre el final del XIX y tres cuartas partes del siglo XX, marcó un nuevo estilo literario nunca antes visto, que retomó los principios europeos para crear una forma de escritura más humana y apegada a las causas políticas y sociales. Esto hizo que todo el mundo pusiera su ojo inquisidor en los grandes poetas latinoamericanos. Por eso, me sentí bien, recitando el poema “Inquisidores” del gran poeta venezolano Rafael Cadenas, cuando este pasado día 1 hicimos nuestra segunda Aula Poética del año 2023, en ese recinto acogedor de la Biblioteca Pública “Fermín Caballero” donde el alma poética vuela dentro y se trasluce a través del cristal de su mampara como si la sinfonía fuera total. Gracias a su Directora y a ese equipo de asistentes que atienden con tanta disponibilidad y respeto.
Todo fluyó en perfecta armonía. Elena Marín disertó, maravillosamente bien, sobre la figura de este gran poeta, reciente Premio Cervantes, “grande entre los grandes”, cuya personalidad ha dejado una poesía llena de reflexión, intimismo, denuncia, armonía y elegancia, por ser tan genuina y trascendente.
Rafael Cadenas, venezolano honesto, profundo y despierto, es poeta, traductor y ensayista, autor del gran poema “Derrota”, escrito en el 1963, celebridad literaria que sirviese de ejemplo a las generaciones luchadoras por una libertad ausente, y que acumuló premios y premios gracias a esa pulsión poética, fina y elegante, honda y penetrante.
Elena nos reflejó, con ese lenguaje embriagador que ella posee, la poética de quien ha sabido abstraer del mal, los fundamentos del bien; nos ofreció una semblanza de color y calor poético; nos trasladó al parnaso latinoamericano donde fluyen las rosas junto a las orquídeas, donde el lenguaje literario ronda la denuncia política del exilio, del autoritarismo engreído, del renegado, del ausente, del emigrante, del campesino explotado.
Y la verdad es que me sentí bien al lado de mis amigos del Aula, ese grupo que sabe rondar la música entre “Monaguillos”, al igual que sabe flirtear versos entre romanticismo y modernidad. Allí, siguiendo las presentaciones de sus coordinadores, tal cual Carlos y Carmen o Carmen y Carlos, CC entre un ambiente músico-literario, disfrutamos de la bondades de grandes de la poesía con nuestras modestas notas en versos y fragmentos rotos. Hoy le tocó a Cárdenas, premio Federico García Lorca, premio Flic y premio Cervantes; pero podía haberle tocado a mi admirado César Vallejo, el peruano que participó en nuestra guerra civil y compartió vida con Federico García Lorca, o a mi admirado Borges, cuyo lenguaje hierve a fondo entre la nostalgia y el funambulismo del vértigo o porqué no, podía haber sido mi añorado Pablo Neruda, el que marchó y llegó, el que buscó y encontró, el que carteó tanto que nos llevó hasta el cielo de la lírica más auténtica.
La Biblioteca Fermín Caballero, a la que agradecemos su servil prestancia en permitirnos expresar nuestro común amor a la poesía, acogió a muchos, no todos los que nos hubiera gustado –a veces impedidos por el tiempo, el trabajo o la familia-, pero a los que son y deben querer ser, para ambientar amistad y compañerismo, sentimiento y creación, por voluntad y por compromiso; o simple y llanamente, por querer estar para dar a entender que la poesía es el alma envuelta en canto libertario, porque el poeta que así se siente, escribe lo que quiere, expresa lo que siente y provoca lo que “le da la real gana”.
Y ya por último, agradecer que siga habiendo el mismo espíritu que inició este proyecto, la ilusión por seguir haciendo “amistad entre palabra”, objetivo loable en tiempos de guerras, fortalecimiento de radicalismos, políticas descentradas, valores reconvertidos, necedades sociales, rupturas morales, libertinajes y no libertades, o sencillamente, ausencia de ilusiones por crecer ante la adversidad, creer en nosotros mismos, y hacer “bueno” los malos aires que rondan sin sentido. La lucha por intentar “ser mejores” nunca debe de dejarse sentir.
El Aula es grande porque son grandes sus miembros; el Aula hace marcar líneas verdes entre tanta línea roja; el Aula Poética significa la triple A (Aula, Amistad y Amor) porque así se marca un camino sencillo donde la ilusión por sentir y vivir enaltece el espíritu del viajero, del viajero por la vida. ¡¡Enhorabuena, amigos y amigas¡¡
Por Miguel Romero Saiz