La Melgosa, a un tiro de piedra de la ciudad, festejó a la Virgen del Pilar como patrona de la localidad. La Comisión de fiestas dispuso un sencillo y cuidado programa de actividades donde no faltaron las tradiciones populares y el fervor mariano.
El Rincón de Enrique Buendía
Apenas a unos kilómetros de la ciudad, en dirección a las tierras de la Serranía Baja, La Melgosa era el punto de cita festivo de los conquenses por estas fechas. A punto de acabar la primera quincena del mes de octubre, la festividad de la Virgen del Pilar reunía a los melgoseros de corazón para celebrar en comunidad sus fiestas patronales.
«Cada año son más las personas que se acercan al pueblo y, así, tenemos más posibilidades de poder comentar temas que pueden llegar a tener relación …», me comentaban los miembros de la Comisión de fiestas.
Las vísperas daban comienzo al mediodía con una caldereta como motivo gastronómico para la reunión. El plato fuerte quedaba para la noche, donde, justamente a las 12, las gentes de La Melgosa reunidas en torno a su iglesia parroquial, entonaban el viejo, bello y tradicional mayo dedicado a la patrona de la localidad, imagen en andas colocada a la puerta del templo.
Voces del pueblo, voces para emocionarse, voces para sentir la cálida presencia de la Madre del Pilar en andas repletas de flores, voces para sentirse pueblo y «también recordar a los que ya no están entre nosotros, o a los que llegarán mañana para vivir estas horas de sana convivencia en torno a la Virgen Patrona…», me decía Angelines. Por cierto, que, nada más terminar el canto del Mayo, las voces de los presentes volvían a entonar su particular demostración de sentimientos, esta vez a ritmo de jota, poniendo calor y ritmo a las letras de alabanza y recuerdos testimoniales compuestas por Jesús R. Gil.
Y luego, los presentes dieron el tradicional y corto paseo alrededor de la iglesia, acompañando a la imagen de la Virgen del Pilar, a la que dentro del templo le cantarían una Salve de acción de gracias. Quedaba noche para la convivencia y para la verbena popular, mientras en el aire quedaban las coplas dedicadas a la Virgen del Pilar:
«Quiero cantar a María,
Virgen del Pilar hermosa
y decirle con cariño
‘Patrona de La Melgosa’…»
El día siguiente, día patronal, no llovió este año y el sol se asomó a las calles del pueblo.
Los sonidos de la Banda de Cornetas y Tambores ‘Amigos de Cuenca’ amenizaban el despertar de los melgoseros y los llevaban prendidos en los sones de sus trompetas y tambores a los instantes previos del comienzo de la procesión.
Diré que me llamó la atención, cómo, apenas cinco minutos antes de la hora prevista para la misa, las calles de la localidad estaban vacías y cómo, en el momento justo, se llenaban de las gentes del pueblo para acompañar a la imagen patronal en su ‘paseo’ procesional por las calles de La Melgosa.
Esos cinco minutos me permitieron contemplar a mis anchas el exterior del templo e igualmente extender la mirada a los terrenos cercanos. La iglesia es amplia en su configuración visual externa y está dedicada a La Asunción de la Virgen. Muestra espadaña de dos ojos a quienes la miran desde el pueblo porque se encuentra en su parte alta. El interior, con planta de cruz latina y bóveda de cañón, queda resaltado debido a sus proporciones la decoración de pinturas murales del artista y pintor conquense Víctor de la Vega en el presbiterio.
Los sonidos de la Marcha Real anunciaban a los cuatro vientos que la imagen de la Virgen del Pilar, en sus andas, estaba ya en la calle. Un reguero de gentes se acomodaba detrás de la misma, que era llevada en hombros de ofrecimiento y cariño por aquellas personas que lo deseaban. Por delante, la Cruz parroquial abría camino, después, autoridades y pueblo. Fue una procesión tranquila y a la vez rápida, quizás por la cortedad del recorrido, pero es destacable las numerosas personas que acompañaron el acontecimiento.
La misa mayor concelebrada permitió escuchar las palabras de don Venancio, recordando a los asistentes «el cariño a demostrar a María del Pilar como hijos que de Ella nos consideramos y la continua labor de madre intercesora de la Virgen ante Jesucristo su Hijo …». Palabras y cantos del coro de mujeres de la parroquia daban apoyo al desarrollo de la Santa Misa.
Después, acabada la ceremonia religiosa, en la Plaza, la Banda de Cornetas y Tambores ‘Amigos de Cuenca’ con su grupo de majoretes, ofrecían unos minutos de música y movimiento para el disfrute de los asistentes.
Para la tarde quedaba la tradicional carrera de La Joya, una costumbre de buen hacer que aquí en La Melgosa mantienen, al igual que en otros pueblos conquenses.