Jueves Lardero, longaniza en el puchero
La semana que viene les contaré como se han desarrollado los carnavales en alguno de esos lugares de la provincia en los que se viven con intensidad, tanto si lo que se ha practicado es la alegría festiva, como si en estos días han tenido un trasfondo religioso, relacionado con la consecución de sufragios para las ‘benditas almas del purgatorio’… Por ello, me limitaré en estas líneas a recordarles que el Jueves Lardero ha quedado convertido en una forma festiva de matiz más o menos gastronómico y romero, desarrollada y festejada a lo largo y ancho de la geografía de la provincia de Cuenca, ciudad y pueblos.
El Rincón de Enrique Buendía
El Jueves Lardero se sitúa a las puertas de la Cuaresma y sirve de marco referencial entre el desarrollo de la vida normal a lo largo del año y la vida de penitencia que ha de vivir y recordar el cristiano durante el tiempo de Cuaresma, según lo pide la iglesia católica, claro está.
Buscar su origen, desde un punto de vista personal, entra en el terreno de la suposición. No he encontrado fechas que solucionen la cuestión, por lo que voy a proponer una, muy relativa, lo digo ya de antemano, y que tiene que ver con la matanza del gorrino.
Verán, para el 11 de noviembre se festeja a San Martín dentro del santoral de la iglesia cristiana y en lo popular la fecha determina el comienzo de la ‘matanzas del gorrino’ en el ámbito de la provincia; recordarán la frase de que “a cada cerdo le llega su San Martín”, en referencia a la Muerte que alcanza a todos los mortales sin excepción. Y en lo referente al gorrino. Una vez realizado el trabajo del despiace y la fritura del animal, llega la conservación de los embutidos, adobos y salazones, lo que siempre ha demandado un tiempo hasta su maduración y, es posible, que el final de este proceso venga a coincidir con el jueves lardero y el momento de la ‘probatura’ de los ya citados productos porcinos. ¡Ah!, lo de lardero, seguro que se refería a la misma circunstancia referida al cerdo, a la parte ‘larda’, grasa. Bueno, si ustedes piensan de otra manera, seguro que serán razonables sus motivos.
El Jueves lardero es celebrado con nombres varios en nuestros pueblos. No les voy a poder contar lo que en todos ellos tiene lugar, porque no habría lugar en estas páginas, ni en otras tantas, pero si les voy a apuntar, que generalmente se ‘sale’ a algún paraje cercano y relativamente bien acondicionado, para allí pasarlo bien, jugando y comiendo durante todo el día o parte de él. Son en algunos casos los jóvenes, en otros los escolares, también las familias quienes se echan al campo para vivir una jornada de convivencia, que hoy poco tiene que ver con las ‘necesidades’ del ayer.
Concretado el apartado del probable origen culinario, lo que, si es tradicional llevar a estas excursiones campestres, es el «hornazo», un bollo de pan de aceite con un huevo duro añadido en su parte central, en aquellas localidades que así lo tienen por costumbre. Y tampoco faltarán los alimentos clave del festejo: chorizo y huevo, en forma de bocadillos de tortilla de chorizo, por ejemplo.
En La Ventosa, me cuentan que era costumbre, llevar algo al maestro, que a cambio te daba unos caramelos, y deseaba que pasaran un buen jueves lardero. Y lo típico era llevar una tortilla y chorizos, y flan.
En Minglanilla, la gente va andando o en cualquier vehículo a algunos campos cercanos, ‘El Toyo’, la ‘Fuente del sordo’ o a la ‘ermita de Santa Bárbara’, son nombres escuchados. Allí se come y se lo pasan de modo divertido. Normalmente para comer se llevan tortas con chorizo y bacón.
En Ledaña, también en Villalpardo al jueves lardero lo denominan el día de La Zahora. Como también ocurre en Villalpardo, y es tradición el que los niños se reúnan para comer en casa de alguno de sus amigos, llevando su ‘zahora de saquillo’, según la cual todos aportan algún tipo de alimento para la comida; son sus madres, bien las de los grupos de amigos, o las de los escolares que se juntan, quienes se preocupan de preparar a sus chicos, la comida necesaria para que pasen el día divirtiéndose, bien, jugando y a veces, paseándose por el pueblo, tirando petardos. Y también me han contado, que en Ledaña salen las máscaras ya a la calle este día. No faltan en esta fecha el ‘hornazo’ ya indicado.
Las gentes de Las Mesas salen también a las afueras del pueblo para entre otras viandas comer las típicas tortillas de harina, al igual que lo hacen los de El Provencio.
En Villar de Cañas lo llaman también jueves graso, y se sale a «lardear» y comer tortilla de patatas, chorizos, pan y vino. Y acabo esta relación de pueblos, por no parecer pesado, con Salvacañete, donde me dicen que los jóvenes pasan el día en un paraje, junto al río, comiendo los alimentos derivados del cerdo, etc. Como tiene que ser.
En Cuenca capital, es el día en el que las familias y también las pandillas juveniles salen al campo de merienda, para celebrar su segunda romería, la primera lo fue para San Julián y el lugar elegido se concentraba, sobre todo en su Ermita, al lado del rio Júcar. No faltará el que los que ‘lardean’, lleve la tortilla de patatas, unos chorizos, sin que falten el pan, (este en plan ‘hornazo’ donde todo entra de acompañamiento, y el vino… Se convive, mientras se charla, y se juega, y…, se bebe.
Originalmente pues, era una fiesta preparada para la llegada de La Cuaresma, donde existía la prohibición por parte de la Iglesia de comer carne. Abstinencia y Ayunos era la exigencia para los cristianos. Y ya que había que cumplir tal mandato, mejor era tomarse unos días antes la libertad y el placer de disfrutar al máximo de las exquisitas piezas del cerdo, para poder aguantar después cuarenta días de «pena» sin catarlo.
Así es que ya saben: «En Jueves Lardero, el chorizo en el caldero».
Existía la costumbre, y aún perdura. ¡Que no se pierda!