Son los inicios de febrero del año 2006. A las puertas de un pequeño pueblo, un árbol, el ‘dios de Pajares’, abre sus ramas de bienvenida al viajero. Viajo por estas tierras de el Campichuelo para vivir, un año más, la celebración de La Candelaria, Virgen de las Tortas añado, en la localidad que da nombre de propiedad al centenario árbol ya indicado, Pajares.
He hecho este camino en otras ocasiones porque los ‘pajareros’ siguen manteniendo totalmente ‘vivas’ sus costumbres y tradiciones seculares, y tanto las personas mayores como el resto de la comunidad, son en ellas participantes activos e interesados en que estas se mantengan y mejoren año tras año.
El Rincón de Enrique Buendía
Los actos de la festividad de La Candelaria tenían su inicio el día 2, aunque sería en el fin de semana del 4 y 5 de febrero cuando cobrarían vida vecinal externa, tanto a nivel costumbrista como de la propia devoción popular. En los días anteriores a la celebración, ya las casas del pueblo tenían una especial actividad, a nivel de lumbres y realización casera para fabricar artesanalmente sus ya famosas ‘tortas de La Candelaria’. Sigue siendo para mí muy llamativo el espíritu comunitario de este quehacer gastronómico, singularmente de índole femenino pues, durante doce horas casi seguidas, catorce o quince mujeres se dedican a realizar para ‘los carideiros’ de la Virgen de cada año estas delicadas y sabrosas muestras de caridad que tanto son alabadas culinariamente en la comarca y fuera de ella.
¿Qué quienes son los ‘carideiros’?
“Pues somos normalmente cuatro personas o familias que tomamos la decisión de ‘dar la caridad de la Virgen’ en estas fechas. Unas la damos por ofrecimiento y otros u otras por voluntad participativa…”, me decía Basilia.
Días antes: “Las Vísperas”
Estoy con el grupo de mujeres de Pajares en la tarde del sábado, alrededor de una lumbre, en la cocina baja de una casa cedida para la ocasión.
- “En la mañana hemos estado amasando. Ahora, pasadas unas horas, una vez que está enfriada la masa estamos en faena, hasta que la terminemos de convertir en tortas…”, me dice Maria Jesús, la alcaldesa. “Está hecha a base de harina, huevos, aceite, levadura, azúcar, gaseosa de papelillo, aguardiente…, y mucho corazón, convertida en ‘caridad’ por deseo popular…”
María Jesús, más Vitorina, Juliana, Cristina, Cruz, Fulgencia, Satur, Leonor, Teresa, Ester, Blasa, Basilia, Bienve, Martina, Carmen, Alicia, Rosa que viene desde El Provencio y Sagrario y Merce de Villaseca, si no me dejo alguna, forman el grupo de personas que alrededor de la lumbre se dedican a la laboriosa y gustosa tarea de preparar tales ‘tortas’.
Y así, mientras una de ellas, pellizca la masa y la convierte en bolas, otras se van encargando de extenderla sobre unos paños colocados en sus rodillas, que una tercera recogerá y las pondrá sobre la sartén con aceite que tienen al fuego…, para que otras dos compañeras más las ‘bailen’ sobre él con dos largos y finos palos, normalmente de mimbre o similar. Conseguido el punto de fritada cada vez, las tortas son recogidas por otras colaboradoras y guardadas en canastas para que sean bendecidas en el domingo festivo.
- “Es un proceso cansado, pero es algo que hacemos con gusto cada año y seguiremos haciendo mientras podamos, por la Virgen y por las personas que ‘ofrecen’ cada año dar caridad…”, me dice Cruz, una de las señoras presentes.
La tarde está fría por estas tierras. Los hombres buscan el espacio del Centro Social para echar la partida, y allí esperar la probatura de Las Tortas.
- “Este año están especiales. Bueno, también lo estaban el año pasado…
Rodea el silencio las calles de este pequeño pueblo. La tarde declina en el horizonte con el sol advirtiendo de su presencia para mañana en el día de la Virgen, en el que por aquello de ser fin de semana habrá más gente en la calle, llegada para participar en esta singular celebración, que aquí en Pajares nos sirve de reflejo de otros comportamientos festivos de los municipios conquenses en estas fechas.
El día de La Candelaria
Ha habido Misa y procesión con la Virgen de la Candelaria casi al mediodía del domingo. Y después de la esperada bendición del vino y las tortas, éstas se han degustado en la placeta delante del Centro Social.
- “Saben a ‘gloria’”, escucho, entre otras manifestaciones.
- “La miel que le ponen encima les da un gusto especial, pero a mí me gustan igualmente sin ella…”, oigo decir a Ángel, que cuenta como años atrás también las tortas, en su conjunto, participaban en la procesión: “Es una costumbre, que se ha perdido hoy. Se colocaban en unas andas con un ‘dormido’ grande de base y otros tantos en las esquinas, formándose así una especie de caja en la que se colocaban las tortas, que igualmente se sujetaban alrededor…”
Hace sol en este mediodía del día cinco, domingo, mientras los carideiros ofrecen tortas y un vasito de vino o de licor a los presentes. Aquí hay, no solo gentes de la comarca, también hay amigos e invitados de los ‘pajareros’, veo a José Ignacio Albentosa y sus padres, a Carmen Torralba, delegada de Urbanismo y alcaldesa de Sotos, a Ángel Valiente, delegado de Educación…
Pasados unos minutos María Jesús, la alcaldesa, oficiando cargo y representatividad, ha reunido a los carideiros de este año y uno a uno les ha pedido que portando ‘una torta y un vasito de vino del lugar’ pidan en alta voz
- “Hay algún devoto o devota para dar la caridad de la Virgen el año que viene…” Siempre la hay. Con un abrazo y con emoción, a veces no contenida, sellan entre ambas personas el compromiso de sustitución adquirido. Un vasito de vino y una torta compartida son la rúbrica del acto.
Es tarde ya y las casas de Pajares esperan para la comida. Yo lo hago en la de Cruz y Luciano, a quienes tengo especial afecto. Queda el recuerdo del Canto a La Candelaria:
“Viva la Virgen nuestra patrona
que en nuestro pecho tiene su altar
y viva siempre triunfante Cristo
aquí en Pajares, noble ideal”