¿Los Cargos?. Algunos pueblos ubicados al noreste de la provincia de Cuenca, unen sus celebraciones festivas, religiosas o profanas, en torno a unas personas, concretamente TRES, que llaman “Los Cargos”, conseguidos en momentos muy intensos y emotivos. Es lo que ocurre en Valdemeca en estos inicios del mes de Julio.
El Rincón de Enrique Buendía
Estamos en el año 2005, en la mañana de celebración a la Virgen de Belén y, como les he hablado de LOS CARGOS, les diré lo que yo conozco de esas titulaciones, del cómo se consiguen y cuál es su cometido dentro del periodo festivo. Diré que siempre son tres personas de Valdemeca que se distinguen, de los demás vecinos, por llevar sobre la cabeza unos sombreritos negros adornados con flores y por portar unos objetos representativos del poder que tienen en los días que se venera a la Virgen Patrona: una bandera representativa del poder religioso, un pincho o alabarda identificado con el poder militar, y un bastón que va unido con el poder político en el pueblo.

Dicho lo cual, ya puedo seguir contando lo que vi este 2005, el 2 de julio en concreto, en el día de la Virgen de Belén, ya cerca del mediodía, estando yo a las puertas de la iglesia de la localidad, pendiente de la programación festiva.
Me llamó la atención el escuchar los sonidos musicales de un pasacalle y, al mirar su procedencia, pude distinguir fugazmente en la distancia, los tres sombreritos de los que antes les hice referencia.
– “Son Los Cargos de la Virgen que van a recoger a Román, el alcalde, para después venir a la Parroquia y participar en la procesión con la Virgen de Belén, nuestra Patrona.”
Acercándome a ellos, observé y pude ver también que, Los Cargos, en este año 2005, estaban en las manos de tres mujeres, tres guapas mujeres, que representando a sus familias marchaban decididas hacia la iglesia de La Asunción del pueblo, sirviendo de guía y compañía a las autoridades locales.
Pude evidenciar el respeto y la admiración que despertaban a su paso, tanto entre las personas que se encontraban en su camino como entre el numeroso público que esperaba ya en las puertas de la Iglesia para comenzar el paseo procesional con la imagen de la Virgen de Belén. Por cierto, que ésta es una imagen chiquita, de rostro muy lindo, que fue hallada por un pastor en el lugar que llaman ‘El Villarejo’, debajo de un árbol, árbol que sigue asomándose a la carretera por la que se pasa cuando, desde Cuenca, vía Huélamo, se viene a Valdemeca. Fue un 24 de diciembre y la fe popular movió los dineros de la comunidad cristiana local e hizo posible que se edificara en su honor, aquí, una capilla, y el vecindario considerara a la Virgen como ‘de Belén’, y surgiera entre los valdemequeros hacia ella una gran devoción, bien fruto de su religiosidad o de la tradición surgida al calor del hecho costumbrista y festivo que les relato.
Nada más llegar Los Cargos, apareció la Virgen de Belén por la puerta del templo parroquial cubiertas sus andas de flores. Abría camino a la procesión el ‘báculo’ de la Virgen, después ‘su estandarte’ y, a continuación, la ‘Cruz parroquial’, cruz que solo llega a la localidad en las grandes ocasiones; después, la imagen de la Virgen a hombros de cuatro mujeres devotas y, detrás, el sacerdote, el pueblo participante y el grupo de músicos ya referenciado en el pasacalle, a manera de charanga religiosa, tocando marchas procesionales al uso.

Fue un paseo sosegado por las calles estrechas de Valdemeca, en el que me llamó la atención, por lo que respecta a sus viviendas, el no haber perdido éstas la identidad de la construcción serrana, tanto en las fachadas, como en balcones y ventanales. Un caminar procesional que tuvo varios momentos para la parada. Y que me comentaban la razón:
– “Es por una ofrenda personal de nuestra familia, por deseo de quienes la formamos, para así agradecer a la Virgen su intercesión en un hecho de nuestra vida…”, me dirían.
La imagen de la Virgen se giraba hasta quedar vuelta hacia la comitiva que la acompañaba, y entonar familiares y acompañantes, unidos a la voz del sacerdote, el canto de una Salve de acción de gracias.
El marco de la arquitectura serrana y del entorno de Valdemeca, mostraba el bello contraste de las estribaciones de la Serranía, recortándose en ellas la imagen de la Virgen patrona, en una mañana muy calurosa, por cierto.
La procesión y sus acompañantes, ya en la Plaza Mayor, entre el edificio del Ayuntamiento y el escenario para la orquesta de la verbena de la noche, volvió a parar y a cantar la Salve. Luego, en apenas unos metros, las puertas de la iglesia se abrirían para pasar la comitiva al templo, saludados en la despedida por los vivas de rigor y por los sonidos del Himno Nacional.
Una pincelada sobre el interior de la parroquia, relativamente pequeño, con una sola nave ensanchada en la parte del altar mayor, a uno y otro lado, con dos arcos de medio punto y unas zonas, donde veo colocadas a un grupo de mujeres a un lado, y en el otro, aquí sin gente, la pila de bautismo de la localidad, atribuida documentalmente su estructura pétrea al siglo XI. Aquí se está fresquito y solo el rumor de quienes han quedado en la calle turba el silencio del acogedor lugar.
A las puertas han quedado, entre otras personas, ‘los cargos’ haciendo guardia del pueblo durante la Misa. Este año son mujeres, María José, que lleva la bandera, Mamen, el pincho y Belén, el bastón de mando. Tienen muy claro su cometido y así me lo demuestran, mientras charlamos. Las tres están muy ilusionadas con su papel en la fiesta, “nada hay que no presidan o autoricen ellas con su presencia…”, me dicen, “… y en estos minutos de la Misa cumplimos el papel simbólico de quedarnos fuera para ‘guardar y defender’ el pueblo…”.

A las tres, María José, Mamen y Belén, les parece uno de los momentos más importantes vividos, el del ‘baile de la bandera’, que ellas hicieron o sus familias, cuando el año pasado tomaron los símbolos que las distinguen.
– “Sentiremos que algo acaba para nosotras, cuando mañana domingo, por la tarde, se vuelva a ofrecer nuestro cargo a la consideración del pueblo, en otra edición del ‘baile de la bandera’ para que otra persona, o quizás alguna de nosotras lo volvamos a obtener…”, me comentan.
Dentro, la Misa Mayor sigue el cauce de la celebración. Al finalizar, y mientras el sacerdote se despide, las mujeres han comenzado a cantar los Gozos a la Virgen…. Muy cerca de mí, la señora Remigia entonaba esta hermosa copla:
“… ya que te aclama este pueblo
como Madre sin igual
sed nuestro amparo y consuelo,
Virgen de Belén hermosa…”
En la calle, ‘Los Cargos’ y los músicos han esperado al alcalde y al sacerdote para, en alegre y sonora comitiva, dirigirse con sus gentes a un Salón del pueblo, probablemente el Centro Social, donde todos los que han querido, han participado en un animado aperitivo por invitación de Los Cargos.
Para la tarde quedaba la fiesta taurina y ¡olé!