La festividad en honor de San Cristóbal, fechada para el día 10 de Julio, fue trasladada al caluroso domingo, día 12, del año 1998 en San Lorenzo de la Parrilla, en una mañana cálida en emociones para los transportistas de la localidad cuando, en la Iglesia Parroquial, sonaban los primeros cantos de la Coral de Mujeres de la localidad durante la Misa Mayor en honor a San Cristóbal.
El Rincón de Enrique Buendía
La festividad oficial en honor de San Cristóbal, del día 10 de Julio, viernes, fue trasladada al caluroso domingo, día 12, del año 1998 en San Lorenzo de la Parrilla, en una mañana cálida en emociones para los transportistas de la localidad cuando, en la Iglesia Parroquial, sonaban los primeros cantos de la Coral de Mujeres de la localidad durante la Misa Mayor en honor a San Cristóbal.
Yo quería ver, con mis propios ojos, como era la manifestación popular alrededor de la figura del patrón de los transportistas, el elegido por la iglesia como protector de aquellos que hacen de la carretera su trabajo, y ningún lugar mejor que visitar que el pueblo de La Parrilla. Era y sigue siendo reconocido el carácter emprendedor de sus moradores, carreteros y arrieros ayer, conductores de camiones de pequeño y gran tonelaje hoy, siempre comerciantes, impulsados por la necesidad de «buscarse la vida y el pan para la familia», como me contaba Antonio. Hoy, se les reconoce en los lomos de sus ‘almacenes rodantes’ de gran tonelaje, por las carreteras nacionales y europeas.
Hoy domingo, la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol está llena a rebosar. A un lado del altar mayor se encuentra la figura de San Cristóbal rodeado por un arco de flores y, detalle curioso, el Niño Jesús lo lleva sobre el hombro derecho a diferencia de cómo lo representan en la iconografía religiosa de los antiguos escritos. Cosas del taller valenciano donde fue realizado.
El celebrante es Luis López, sacerdote nacido en el pueblo pero, ahora, cumpliendo su ministerio sacerdotal para la Casa Real al que conocí de mis años de educador en la Residencia Internado del Instituto Alfonso VIII. Un abrazo y una mirada emocionada ha enlazado nuestra antigua amistad. Su homilía corta, aunque intensa: «hacer de vuestras cabinas capillas de San Cristóbal, él os ayudará en los momentos que lo necesitéis…»
Mapa de carreteras, un volante, una lata de aceite multigrado y otros objetos relacionados con los vehículos que conducen, son presentados durante el Ofertorio de la Misa por miembros de la Hermandad del Santo con Antonio Prieto, su presidente del año, a la cabeza. Los conductores y sus familias, el pueblo en general, asisten al acto religioso con devoción porque «todos le debemos mucho a San Cristóbal, son muchos kilómetros los que hacen conduciendo nuestros maridos e hijos, vecinos y amigos, mucho tiempo el que están fuera de casa y pocos, muy pocos, los accidentes que tienen», me decía Marisol, la mujer de uno de ellos.
«Hoy todos los camioneros
a San Cristóbal, pedimos,
que esté a siempre a nuestro lado
porque es muy largo el camino…»
La voz de María Teresa inunda la iglesia con su copla emocionada a ritmo de ‘jota’, y las mujeres devuelven el sentido a sus deseos con el estribillo:
«San Cristóbal bendito ayúdanos,
todos te lo pedimos de corazón
acompáñales siempre en su camino
San Cristóbal bendito que vuelva conmigo»
Finalizada la ceremonia religiosa, ha comenzado la procesión con la imagen venerada, a hombros de los camioneros, en dirección a su Ermita en las afueras de la población. Antes, al lado del Bar San Cristóbal, una mesa altar a la puerta permite dejar las andas con la representación de San Cristóbal para que a su vera, Ildefonso, el cura párroco, rocíe con agua bendita a los vehículos allí colocados. Más de 150 vehículos entre camiones, coches, motos y algunos tractores han pasado por la posición donde nos encontramos, saludando su llegada y salida, con uno o dos toques de bocina del vehículo. «Es como si estuviéramos marchándonos o volviendo a casa, al pasar por delante de la ermita», me comenta Jaime, el vicepresidente que me acompaña en estos momentos.
Cumplido el detalle de la bendición, la procesión ha seguido hasta la ermita. Aún quedan instantes para el ofrecimiento de los camioneros en la subasta de las andas que permitirá, a los ganadores, devolver por este año a San Cristóbal a su lugar de ‘retiro’. 475.000 pesetas ha sido el montante total de la puja que, Francisco, ha dirigido y ganado Julián, Ángel, Jesús y Miguel Ángel por este orden.
«A ti San Cristóbal bendito,
hoy te pedimos tus manos
y que guíes el volante
de este pueblo parrillano…».
Con un leve trotecillo, los anderos suben la empinada cuesta hacia la ermita. Encima de nosotros ‘suenan’ los cables eléctricos mientras, en la llanura cercana, un ‘redondel’ rojo advierte de la presencia de la placita de toros donde, en la tarde, continuará la fiesta de los conductores.
Allí, ya en la Ermita, recogido el Santo Patrón en su capilla, directivos de la hermandad y sus mujeres, me trasladan detalles de la misma:
“Fue recompuesta después de la contienda civil y, en ella, pueden inscribirse como socios cualquier persona que lo desee, tenga o no vehículo, solamente vale la devoción como norma única a seguir.”
Eligen a sus directivos, cada año, en una reunión que tienen el sábado de Gloria, bien por deseo del que quiere serlo, o por votación de los presentes si hay más de una candidatura. A Antonio, el actual presidente, se le unieron por deseo personal, Jaime como vicepresidente, Pedro Miguel como tesorero y Emilio actuando de secretario.
“Nos pusimos en marcha para tener el programa de fiestas, así como los anunciantes en el folleto que las describe, con los que hemos conseguido la bonita cifra de 1.400.000 pesetas, duros arriba o abajo…”
“La contratación de los grupos para la verbena, la compra de los toros para la subasta en la cual se vuelven a ‘vender’, los toros, a los propios socios para su lidia del domingo por la tarde, y las actividades lúdicas pertinentes para niños, jóvenes y adultos son las prioridades de la directiva…, y un resto largo de detalles en el que colaboran muy directamente nuestras mujeres.”
Son comentarios y respuestas que me dan los directivos de la Hermandad de San Cristóbal en estos minutos finales de mi presencia en La Parrilla, entre otros detalles.
Santo patrón este de San Cristóbal, santo gigantón y fortachón, transportista por deseo personal de servicio a los demás, ‘pasar’ al otro lado del río a todos aquellos que se lo pedían. Un día llegó un niño a su lado y le solicitó tal hecho al transportista, bautizado después con el nombre de Cristóbal. Lo cruzaba al otro lado pero, al llegar a la mitad, notó que el peso de la carga humana que transportaba era tan alta que le impedía caminar y, además, el agua le iba llegando cada vez más arriba de su cuerpo. En un momento y cuando ya no parecía tener solución su ahogamiento, el niño le tendió la mano y le hizo llegar a la orilla, sano y salvo…
Es mediodía pasado cuando vuelvo a casa, previa despedida de los amigos conductores. Al pasar por delante de la Ermita, yo también hago sonar el claxon de mi coche a San Cristóbal.