Hasta Villaconejos de Trabaqueme me acerqué el mismo día 24. El programa festivo anunciaba, para los inicios de la mañana, una diana por parte de los músicos de la Banda Musigrama a ritmo de pasacalles.
A las doce, todo estaba dispuesto en la iglesia parroquial para la celebración del día de San Juan Bautista que se iniciaría con una solemne procesión por las calles de la localidad.
El Rincón de Enrique Buendía

A la puerta del templo, dedicado a la figura del Bautista, esperaba el pueblo, músicos y cohetero para entonar unos y otro, su atractiva melodía de acompañamiento y aviso del paseo procesional inmediato del Santo Patrón. La portada de la iglesia mostraba sus detalles barrocos, dejando ver en altura dos ojos de medio punto para campanas y un tercero más pequeño en el centro, con remate de pináculos y bolas.
Los sonidos del Himno Nacional era la señal esperada para la aparición de la Cruz Parroquial, seguida del estandarte de la Hermandad de San Juan Bautista portada por su mayordomo; detrás se colocaría la Banda de Música, y, a continuación, la imagen del Santo llevando en esta ocasión, además de su vara, un borrego a sus pies.
A continuación, seguían las autoridades locales y las gentes de Villaconejos. Un largo recorrido procesional, primero por las propias calles para, luego , abrirse a la carretera y volver a la iglesia, siempre entre rezos, cantos, la música de diferentes marchas procesionales e, igualmente, con el diálogo entre quienes venidos desde fuera o estando viviendo en el pueblo participaban en la magna jornada. No faltaban a la cita con la religiosidad popular, un grupo de niños de Primera comunión.
Ya en la iglesia comenzaría la Misa de la Fiesta patronal a San Juan, oficiada por el párroco Juan Antonio, acompañado de otros sacerdotes y amenizada por la Rondalla del pueblo, los “Alcarreños del Trabaque”. Entre foto y foto, pude admirar el templo parroquial, igualmente de corte barroco, con tres naves, e interesantes decoraciones de gusto rococó y en el que sobresale la factura del ábside, que guarda el sabor de su inicial fábrica gótica.
No puedo acabar, sin dejar constancia escrita, de la importancia que tiene en la festividad la figura del Mayordomo de San Juan, representativo de una Hermandad que toma a su cargo la celebración religiosa en un acto que tiene lugar el 23 de agosto, fecha de la ‘degollación del bautista’, como me dijo Miguel Ángel, un vecino.
Y tampoco el que, con motivo de la noche de San Juan, se sigan teniendo en cuenta, sobre todo por las mozas de aquí, el mantener algunas de las costumbres que, con motivo de las vísperas de este día, tiempos atrás, tenían lugar. Me refiero a lavarse la cara en Las Pozas, el ver bailar al sol, o la rueda de Santa Catalina en la Fuente de La Calva. Cosas que vamos perdiendo.