Es el día grande de las gentes de la comarca, y del pueblo de Sotos, dedicado a la Virgen del Rosario en el que la danza es su mayor expresión de afecto. Como cada año por estas fechas, el pueblo cobra un inusitado ajetreo en las horas previas a la Misa Mayor y a la procesión. Todos quieren festejar a la patrona y, desde diferentes lugares de la geografía española, llegan los ‘soteños’ para recobrar raíces y el instinto tradicional del pueblo. Javier y Luis son el dulzainero y ‘el caja’. Ellos son nuevos este año en la fiesta y me confiesan que apenas han tenido tiempo para hacer un ensayo con las danzantas y David, que es el único mozo del grupo. Les encuentro recorriendo las calles y despertando con la alegría de los sonidos de su diana a los soteños, avisándoles que se acerca la Misa y la procesión. Entre pieza y pieza me cuentan que están algo nerviosillos por la responsabilidad asumida ya que vienen a sustituir a Luis y Paco, los de Castillejo, que eran los que estaban anunciados para la ocasión.
El Rincón de Enrique Buendía
Sus sonidos hacen que las calles de Sotos comiencen a tener la vida previa a los grandes acontecimientos. El desayuno vecinal es tarde, porque la noche festiva ha sido larga y movida con la orquesta contratada a tal efecto. También hay que preparar la comida familiar que, hoy, por cierto, será para más gente porque han llegado familiares y amigos de fuera. Y disponer trajes y vestidos para el acontecimiento religioso de la Misa y la Procesión acompañando a la Virgen del Rosario.
El lugar de encuentro es la iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, una muestra más del Románico popular conquense en donde hay bullicio en su interior porque ya se encuentran en el templo, a falta media hora, la rondalla y coro parroquial bajo el control de Jesús Ángel.
Durante la mañana, y mientras he acompañado al dulzainero por las calles, he visto grupos de mozas vestidas de una manera característica, con el traje propio para la ocasión, son el grupo de danzantas, 14 o 15 mozas de la localidad, que van a protagonizar, en ellas mismas, todo aquello que sienten las hijas e hijos de Sotos. Angelina y Ángel, antiguos danzantes, me dicen que “es algo especial, algo que sólo pueden conocer los que han sido danzantes alguna vez, es una mezcla de orgullo y manifestación de nuestras señas de identidad, junto con el amor a la Patrona”.

La Misa ha comenzado, hoy predica Fortunato Saiz, el director del Coro del Conservatorio de Cuenca que es hijo de la localidad. Sus palabras han sido de verbo concreto y directo, recordando a la batalla de Lepanto contra las tropas árabes, como motivación directa de la advocación de la Virgen en el Rosario y señalando la importancia de María, la madre de Dios, en la vida de todos.
En el Ofertorio, ha comenzado la danza en el interior de la Iglesia. El revuelo de las siete danzantas y David el mozo que las guía, colocándose en el pasillo central, me han advertido de la proximidad del acto. He mirado hacia donde se encontraban Javier y Luis, y he notado la sonrisa de Ángel Valiente, a su lado, dándoles ánimos y ayuda eficaz. La Cruz ha comenzado a formarse, David el danzante ha ido recogiendo a sus compañeras y se las ha llevado entre saltos y vueltas junto al altar mayor para formar una cruz humana; el silencio ha sido total mientras las castañuelas de la danza componían un ritmo de sentimientos y oración de amores, sólo acabado cuando la misma ha quedado formada. Los aplausos han brotado incontenibles desde el corazón y las manos de los presentes como premio de calidad a los movimientos ejecutados. A mi lado, Aníbal, ha respirado lleno de satisfacción cuando la representación religiosa de la danza ha terminado.
Acabada la Misa, era el momento de la procesión de la Virgen del Rosario por las calles del pueblo; una imagen en una carroza exquisitamente engalanada, vestida con un manto blanco de seda salvaje con bordados impostados en oro de forma independiente, regalado por Conchi Tapia Labatut, ha ido paseándose por las calles del pueblo.
En la calle, a la salida de la Iglesia, la carroza de la Virgen se ha detenido y se ha ‘Vestido la vara’ en honor de la señora, una danza ejecutada por los danzantes alrededor de una vara gruesa que sostiene un botarga, como así se le conoce a tal persona. Sonido de castañuelas con una mano y con la otra llevando una cinta, los componentes de la danza se han movido ágiles para ejecutar el trenzado. La Virgen ha sonreído.

En los cruces de las calles de la localidad, la procesión también se ha ido deteniendo. La Patrona, ha visto como ‘su gente’ danzaba respetuosamente diferentes ‘paloteos’, diferentes temas ejecutados con palos de guillomo chocándose entre sí, por arriba y abajo, por delante y por detrás, con una soltura y habilidad especial, mientras que el pueblo se sentía complacido. Otro Ángel Valiente, que es delegado de Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, me ha ido contando como se llamaban cada uno de ellos, El Jordán, La Mujer, El Porrón, La Semana, El Para qué, El Gavilán, El Picó, etc. ‘Todos ellos tienen unas letras específicas, surgidas del propio pueblo y que hacen referencia a asuntos de la vida del país, tiempos atrás; además sirven para recordatorio de los pasos, cruces, saltos, choques de palos entre danzantes, etc.’.
Ya, en el lateral exterior de la Iglesia los danzantes han ejecutado El Garapito, una danza muy especial, tanto por su duración como por el esfuerzo a realizar; es el final, que se espera expectante. Luego la Virgen del Rosario es despedida por su pueblo cuando vuelve a la Iglesia y muchos de los asistentes llevan a sus hijos para ofrecérselos, y recordar la festividad con una foto para el álbum familiar.
Fuera, en la calle y en la Plaza, se viven momentos muy personales. Hay danzantes que fueron años atrás y que desean revivir tal condición pasada y, de nuevo, la expectación se produce porque es gente de peso específico en la vida de la comunidad local. No importan si los recuerdos permiten componer un determinado paloteo o no, porque lo importante es el gesto y lo que el mismo tiene de significado.
Es hora del aperitivo y de la comida para reponer fuerzas. La tarde espera en Sotos con afanes taurinos.