
Aprendí a saber cosas de Villalpardo gracias a un compañero, profesor del Instituto Alfonso VIII, buen amigo, Charly, deportista y nazareno, que en una ocasión me habló de que lo que yo buscaba del saber de la vida de las gentes del medio rural, podía entenderlo a través de la calidad familiar y cultural, si visitaba tal localidad y me presentaba a los miembros de una familia que reunía tales contenidos que, yo, andaba buscando para darlos a conocer en los medios de comunicación con los que colaboraba años atrás de modo directo. De su mano, y por el acompañado, no solo disfruté de tales aspectos porque pude conocer a varias personas, tres sobre todo por señalar: Luis, un artista de la forja del hierro con materiales procedentes de objetos sin uso de la maquinaria de los tractores y sus aperos de trabajo, otro, Policarpo Cerdán, un jubilado, padre del anterior, poeta y pensador, que ocupaba su tiempo en leer y escribir sus sensaciones vitales, y un tercero, Moisés, que soñaba con la inmortalidad por la cantidad y calidad de su vida, señalando los variados recorridos de su existencia, entre ellos, la creación de un museo etnológico y etnográfico en su casa de Villalpardo, o tocar el acordeón, o haber sido ‘maletilla’. Todo ello, aderezado con la visita a la iglesia santuario de Consolación donde tiene lugar el viaje romero de la Virgen, patrona de Iniesta, y sobre todo por tener la posibilidad de contemplar la eclosión de la naturaleza que los almendros en flor determinan… Hubo más, pero lo dejo para otra ocasión por no extenderme.
El Rincón de Enrique Buendía
Villalpardo prepara La Caridad de San Marcos
Los sentimientos de los villalpardeños se elevan a su mayor abundancia en esta fiesta de cercanías de mayo. Es fiesta de identidades bajo el paraguas del Santo Evangelista en la que las gentes de la localidad se reúnen para festejar una primavera que, en estos campos de La Manchuela, deja ver el verdor del cereal, el blanquear de los almendros y el ‘pintar’ de los tallos de las cepas que vuelven a la vida después del letargo invernal. Esta tarde, vísperas de San Marcos, las calles del Altozano estaban muy concurridas en el año 2003 y algo agitadas, pues sus vecinas eran las encargadas de hacer en el horno la caridad de San Marcos: “Su realización es una costumbre que se transmite de generación en generación y que cada año nos responsabiliza a un barrio o grupo de ellos para hacer estas tortas…”, me dicen.

Este año, al caer la festividad en fin de semana hay en el pueblo bastante gente y por ello tendrán que aumentar el número de piezas a hornear.
Esta noche es especial para las gentes responsables de ‘pintar la caridad’ en estas vísperas de la fiesta de San Marcos.
“Hemos mantenido reuniones para ver cómo íbamos hacer la Fiesta y La Caridad. Tenemos todo preparado, avisadas las vecinas para que ‘ayuden’ a ‘pintar la caridad’, los cuévanos para recogerla…”
El horno de la cooperativa es el lugar para este quehacer en el que las mujeres del barrio y su experiencia determinan una organización para que el trabajo cunda de modo eficiente. “Una vez recibido el trozo de masa, unas mujeres se dedicarán a moldearla con la forma que deseen, otras a ponerles los anises, hay quienes las ‘pintan’, o las pinchan… Siempre las dejamos un ratito para que ‘suban’ antes de colocarlas en el horno…”
Comenzada la faena, la actividad para hacer La Caridad es frenética, tortas, rollos, cruces, roscas, sombreros, palomas, van siendo dispuestas por las mujeres, “que luego se han de dejar reposar unos minutos antes de volver a las mesas para ser pinchados estos trozos de masa, y que luego en el horno ‘no revienten’ y sirvan para el destino fijado”.

Al terminar hubo una invitación de los Mayordomos del barrio, a quienes, junto a sus mujeres, habían colaborado en este quehacer a base de refrescos y frutos secos. Es cosa como ya he dicho de mujeres. Pocos son los hombres que se aventuran a entrar en el horno si no quieren verse envueltos en harina. “Si alguno lo hiciera, saldría bien blanco, como si hubiera estado metido en harina…”
Cientos de piezas, cientos de masas moldeadas y decoradas se han horneado en esta tarde noche. Hay ambiente en las calles y en las casas a nivel familiar y con invitados, lo que es significativo de que muchos villalpardeños que trabajan fuera han venido al pueblo a pasar San Marcos.
“Hemos preparado unas 5.000 piezas, tortas de configuración variada…”, me dicen y añaden: “Somos más o menos, unas 45 personas las que corremos con los gastos de La Caridad este año, pero lo hacemos encantadas, por el pueblo y por nuestro Santo Patrón, al que tenemos gran devoción…”

Mañana es San Marcos
Si las vísperas fueron agitadas por la preparación de la caridad por los vecinos del barrio responsable, al día siguiente son todas las chimeneas del pueblo las que humean para calentar los desayunos con tiempo para disponer las ropas que llevarán en la fiesta de San Marcos. Hay Misa y luego procesión.
Las campanas de la iglesia han dado el aviso final para la Misa. Concelebran la Eucaristía el párroco Miguel Ángel y un buen amigo y compañero de la época de estudios en el Seminario, José Luis, párroco de Honrubia. La homilía destaca entre otros puntos, “la necesidad de que vosotros, los mayores del pueblo, inculquéis a vuestros hijos y nietos el respeto y mantenimiento de nuestras queridas tradiciones, porque si eso no es así, corremos el trance de perderlas, por ser demasiado olvidadizos o despreocupados…”
La procesión empezaba de manera inmediata nada más acabar la ceremonia religiosa con la imagen en andas de San Marcos llevada por las mujeres del barrio responsable, tanto de hacer la caridad del santo ayer, como de esta otra actividad. Sonaban los acordes del Himno Nacional interpretado por la B.M. ‘San Antonio de Padua’ de la localidad, que daría paso a la comitiva donde no faltaban las autoridades locales ni el pueblo devoto. El vecindario mostraba su quehacer alegre ante la fiesta estando pendientes del desarrollo de la misma, y no faltaba las conversaciones sobre el tiempo de celebración y como los campos dejaban asomar su fruto, a la espera de que no hubiese ningún contratiempo de hielos y tormentas, entre otras circunstancias.

La procesión dirigió su caminar hacia la Cooperativa ‘San Antonio de Padua’ en la que ya se encontraban los dos remolques con la ‘caridad’, y quienes se iban a encargar de repartirla. Unos depósitos con zurra y refrescos esperaban igualmente la ocasión de ser abiertos para abrirse al consumo de los asistentes.
A la puerta de dichas instalaciones, el párroco Miguel Ángel bendijo la caridad ante la imagen del patrón San Marcos para, después, una vez colocado este en una mesa en el patio de la entidad, proceder a entregarla a quien así lo solicitaba.
En un lateral de este espacio de los depósitos donde la uva se transforma en vino, la Escuela de Bolilleras del Ayuntamiento de Valencia, invitadas por el Ayuntamiento de Villalpardo, mostraba su capacidad y habilidades para trabajar en la ‘almohada’ los dibujos diferentes que su directora y maestra Marcela les había preparado.
“Esta es una tarea muy bonita y difícil, se necesita mucho gusto, paciencia y sensibilidad; venimos a exponerlo aquí y estamos encantadas del trato recibido por Pilar, la alcaldesa…”
La Banda de Música interpretó un mini concierto de pasodobles para el disfrute popular de sus vecinos a cuyo fin, la procesión, corta ya en número de personas acompañantes, volvía a la parroquia. Para la tarde, después de la comida, quedaban los toros y la verbena popular.